Por: Eduardo Parra – Ingeniero Agrónomo, Gerente Técnico Greenmark.
Cuando un tratamiento foliar con un agroquímico no entrega los resultados esperados es común pensar que quizás no se aplicó la dosis correcta o que el producto empleado no funcionó. Menos frecuentemente se reflexiona sobre la boquilla utilizada, el volumen empleado, la velocidad de aplicación o la calidad del agua.
Calidad del agua
El agua no es solamente el medio que permite distribuir el agroquímico, sino que en función de su composición puede modificar de forma importante la eficacia del tratamiento.
pH
La mayoría de los agroquímicos necesitan pH ácidos (< 7) para evitar la degradación alcalina de sus ingredientes activos, por lo tanto, es fundamental bajar el pH del agua cuando su valor es superior a 5,5 – 6, tomando en cuenta, además, que algunos productos son alcalinizantes (aumentan el pH).
La velocidad con la que se produce la hidrólisis alcalina depende principalmente de las propiedades químicas específicas del agroquímico, el pH de la mezcla en agua y el período de tiempo en que el producto está en contacto con ella. Valores superiores a 8 y 9 de pH pueden ocasionar una hidrólisis alcalina extremadamente rápida hasta el punto de que el grado de control fitosanitario puede perderse en gran medida. La degradación de un agroquímico generalmente es expresada en términos de su vida media que es el período de tiempo que le toma descomponerse en agua a la mitad de su concentración original (50% de hidrólisis): vida media DT50.
Sólidos-sales-dureza
El agua turbia contiene partículas de suelo o arcillas suspendidas que pueden reducir la eficacia de los agroquímicos secuestrando sus ingredientes activos.
En el agua hay una gran cantidad de sustancias disueltas, en su mayoría sales. De los principales iones presentes, los que más influyen en el comportamiento de los agroquímicos son el Ca++ y el Mg++ expresados como equivalente carbonato de calcio que se reflejan en la dureza del agua.
Las aguas duras producen sarro que puede obstruir boquillas y filtros de los equipamientos de pulverización.
Elevados contenidos de iones disueltos forman sales insolubles con los agroquímicos o los surfactantes que los estabilizan y dificultan la disolución de los productos fitosanitarios y nutricionales.
Para garantizar la eficacia de las pulverizaciones foliares se recomienda lograr un pH de los caldos de:
- 5,5 – 6,0: para aplicar agroquímicos y fertilizantes
- 4,0: para aplicar herbicidas y hormonas de síntesis
- 4,0: para limpiar tejidos de fumagina / melazas
Tratamiento de las aguas
En la mayoría de los casos, para conseguir esos niveles de pH es necesario acidificar las aguas. De esta forma es posible:
– proteger los fitosanitarios de la hidrólisis alcalina
– aumentar la solubilidad y la compatibilidad entre los productos del caldo
– reducir las obstrucciones de las maquinarias de pulverización
La cantidad de producto acidificante necesario para alcanzar dichos pH es diferente para cada agua porque depende de las sustancias presentes en ella que determinan su pH, dureza, conductividad eléctrica, etc.
Para mejorar la calidad de las aguas usadas en las pulverizaciones y las características de los caldos y su penetración, la empresa GREENMARK ha desarrollado VYRER PLUS, un fertilizante acidificante que colora las aguas de forma diferente en función del pH permitiendo, por lo tanto, conseguir con seguridad el pH deseado sin necesidad de equipamientos.
VYRER PLUS es distribuido por GREENMARK y es utilizado en frutales, hortalizas, cultivos, etc. a lo largo del ciclo de la planta.
Recomendación para la preparación de caldos
– filtrar arcilla y materia orgánica (el agua debe ser transparente).
– llenar el tanque de la máquina con agua a ¾.
– corregir pH con VYRER PLUS.
– realizar por separado una premezcla de los productos de formulación sólida (con agua acidificada) y agregar al tanque.
– verter las formulaciones líquidas.
Mantener agitado continuamente y antes de adicionar un nuevo producto esperar la completa homogenización del anterior.