En muchos casos, al finalizar la cosecha se asume que la temporada ha terminado. Sin embargo, es precisamente en este momento cuando se inicia la construcción del potencial productivo para la siguiente temporada.
Durante el período de postcosecha ocurren procesos fisiológicos clave, tales como, la inducción y diferenciación floral, recuperación de raíces y acumulación de reservas carbonadas y nitrogenadas. Ante esto se debe velar por evitar que la planta sea sometida a estrés biótico/abiótico, pero si realizamos un ranking respecto de los factores que más impactan sobre la prevención de estrés, sin lugar a duda el riego se encuentra en el primer lugar.
El riego durante la época de postcosecha comienza con una planta que viene saliendo de un estrés mecánico provocado por la labor de cosecha, para posterior a esto encontrarse con un clima donde las temperaturas aumentan de manera considerable junto con un incremento en la evapotranspiración diaria alcanzando en algunos casos los 7 mm/día.
Es por esto que nuestro sistema de riego debe estar en la mejor condición posible para poder suplir el aumento de la demanda hídrica que requieren las plantas y disminuir/prevenir a toda costa el estrés, ya que, aunque llevemos a cabo estrategias nutricionales, mitigadores, entre otros, con un mal manejo de riego estamos anulando todo efecto positivo de estas estrategias complementarias.
A raíz de todo lo mencionado anteriormente, las labores de mantención y control del sistema de riego son claves para reponer de manera eficiente la demanda hídrica. Dentro de las acciones que se deben realizar se encuentran la reparación de fugas que puedan haberse provocado durante la cosecha y la limpieza tanto de filtros como de líneas de riego. Para este último caso, se suele realizar descole de líneas para eliminar residuos de su interior, como también, limpieza mediante uso de químicos para eliminar restos de fertilizantes que puedan provocar obturación de emisores.
Posterior a la realización de la reparación y limpieza de nuestro sistema, es necesario aforar emisores y corroborar la uniformidad del sistema, lo que nos ayudará verificar si nuestro tiempo de riego es correcto, donde en base a los resultados que nos entregue este análisis, debemos tomar la determinación de continuar con nuestro tiempo de riego o modificarlo. Para esto se debe determinar el coeficiente de uniformidad (CU), de la siguiente manera:
Para el cálculo del CU se debe obtener muestras de caudales reales y así comprobar la uniformidad de riego del sistema. Esto se debe realizar de la siguiente manera:
- Definir sector de riego a muestrear.
- En el sector de riego ya escogido, definir 4 hileras y luego 4 emisores por cada una de ellas tratando de abarcar todo el sector. La distribución se indica en la figura 1, muestreando un total de 16 emisores.
- En cada emisor seleccionado medir el volumen de agua entregado en un recipiente graduado (lo más preciso posible), en una cantidad de tiempo determinada.
- Realizar el cálculo de caudal promedio de los 16 emisores y dividir por el promedio de los 4 emisores de menor caudal. Esto entregará el valor del coeficiente de uniformidad en unidades de porcentaje que debe ser interpretado.
Figura 1. Esquema de distribución de los emisores a muestrea

A continuación, se presenta un ejemplo de medición realizada en 60 segundos.
Cuadro 1. Resultados del volumen de agua en 60 seg. (Caudal en ml ó cc / 60 seg.) Donde M, es el número de muestra y H, es la hilera muestreada.

Luego, se debe calcular el caudal promedio (Qprom.) resultante del muestreo de los 16 emisores en el sector de riego:

Este se debe comparar con el caudal promedio de los 4 emisores con menor caudal, es decir, el 25% menor (Q25%) en este caso:

El coeficiente de uniformidad (CU) es un indicador objetivo que cuantifica la variabilidad de la precipitación real del sistema de riego, para su cálculo se debe tomar el caudal promedio total (16 emisores) y dividir sobre el caudal promedio 25% menor (4 emisores con más bajo caudal), esta relación se multiplica por 100, para de esta manera tener el coeficiente en unidad de porcentaje.

El resultado del ejercicio nos indica que el sistema de riego posee una uniformidad de 91,5%. Este valor se encuentra sobre el rango categorizado como “buena”, de acuerdo con la siguiente tabla:

Es recomendable que el rango nunca sea menor que un 90% de uniformidad. Con rangos menores a éste, es necesario realizar un levantamiento de información del sistema de riego para poder detectar sus fallas.
La determinación de nuestro tiempo de riego está basada, principalmente, en cuanto al tiempo necesario de riego para poder humedecer la zona de exploración de raíces, mientras que la determinación de frecuencia se basa en un conjunto de factores como es el tipo de suelo, evapotranspiración, portainjerto, zona de exploración de raíces, vigor del cuartel, textura de suelo, coeficiente de cultivo, etc.
El uso de tecnologías permite validar los tiempos de riego, por ejemplo, mediante la generación de una grilla regular y mediciones de contenido volumétrico (%) a través de sensores tipo TDR/FDR portátiles, se puede analizar de forma gráfica la distribución del bulbo húmedo y validar/modificar tiempos de riego de acuerdo a la profundidad efectiva de raíces observada en la calicata (Figura 2, 3).
Figura 2: Distribución de zonas de muestreo para análisis de determinación de tiempo de riego.
Fuente Avium 2024.

Figura 3: Contenido volumétrico de agua en bulbo activo.
Fuente: Avium 2024

Ya con los datos analizados se puede apreciar de manera más clara la distribución de humedad a través del perfil de suelo, lo cual nos ayuda a tomar mejores decisiones a la hora de efectuar modificaciones en nuestra estrategia de riego.
La frecuencia de riego depende de la demanda bruta del cultivo, de modo tal que:

Donde, Db: Demanda bruta (mm/día); ET0: Evapotranspiración de referencia (mm/día); Kc: Coeficiente de cultivo (adimensional); Ef. Emisor: Eficiencia de emisores (%); CU: Coeficiente de uniformidad (%).
Una vez determinado el tiempo de riego (TR), se puede estimar la frecuencia de riego en base a las condiciones ambientales y el cálculo de la demanda bruta (Db):

Donde, FR: Frecuencia de riego, PE: Precipitación del equipo (mm/h); TR: Tiempo de riego (h).
La precipitación del equipo se puede calcular a partir de la densidad de plantación y el caudal de emisores, de la siguiente manera:

Donde, Pe: precipitación de emisores (l/h); Nl: número de líneas; De: Distancia entre emisores; DEH (m): Distancia entre hilera (m).
El uso de sensores de humedad (sondas FDR, TDR, otros) que estiman el contenido volumétrico de agua en el suelo, permite conocer un valor numérico que se puede asociar a la capacidad de campo o criterio de riego y de esta manera, poder ajustar frecuencias de manera objetiva, muchas veces esto da paso a construir un coeficiente ajustado (Ks ó Kajustado) a partir del tiempo transcurrido del último riego y la evapotranspiración de referencia acumulada durante esos días.