“Del 100 por ciento de los daños que yo puedo encontrar en un centro frutal, el 90 por ciento podría estar presentado en un daño por frío temprano en la temporada”.
Si se pudiera predecir el futuro en torno a un huerto de cerezos, seguramente la toma de decisiones en las diferentes etapas, e incluso todo el proceso productivo, sería mucho más simple. Se podría tener claro, sin mayor análisis, cuándo y cómo aplicar, por ejemplo, rompedores de dormancia, métodos de regulación de carga, entre otras labores. Sin embargo, está claro que ese escenario ideal es imposible.
Por ello, resulta fundamental poder utilizar herramientas que permitan reducir la incertidumbre y contar con valiosa información respecto de las plantas de cerezos, con el fin de definir estrategias desde el punto de vista técnico, que permitirán obtener un mayor potencial productivo de los huertos.
El análisis de fertilidad y calidad de yemas que realizan los laboratorios, se presenta como una excelente herramienta que permite decidir y planificar en torno a un predio.
Carlos Tapia, Director Técnico de Avium, explica qué se obtiene mediante este proceso: “Dice objetivamente, en términos numéricos o cuantitativos, la cantidad de yemas florales que tienen los centros frutales, principalmente dardos, y la cantidad de primordios de flor sanos y dañados que tienen cada una de estas yemas florales, para revelar la cantidad de flores o de potencial de floración que tienen estas estructuras”.
Información de gran relevancia que no sólo otorga una radiografía clara y específica de los centros frutales, sino que además permite anticiparse a cómo se va a desarrollar un huerto en particular en una temporada específica y qué se puede hacer al respecto.
“Primero, en términos de sanidad, se puede conocer el porcentaje de primordios dañados que podría haber en cada centro frutal, ¿dañado por qué?, principalmente por frío. ¿Qué nos dice la estadística? que ese daño por frío se podría haber producido a inicio de la entrada en dormancia, por mala lignificación de los centros florales, por mala formación de brácteas y que este daño está asociado a daños por frío, por tanto estas heladas de fines de abril, principios de mayo, cuando las plantas están generando el proceso de lignificación y de cubrimiento de brácteas de todas las estructuras florales, puede ser el factor determinante o más importante que presenta estos daños”, explicó Carlos Tapia, Asesor experto en cultivo de cerezos.
Según datos entregados por el Departamento de Investigación y Desarrollo de Avium, se estima que: “el 90 por ciento de los daños ya está expresado al primero de julio; o sea, del 100 por ciento de los daños que yo puedo encontrar en un centro frutal, el 90 por ciento podría estar presentado en un daño por frío temprano en la temporada”.
Esto permite poder conocer temprano en la temporada de dormancia, posibles daños que puede presentar un centro floral, y poder anticiparse correctamente a las acciones que se deberán realizar en los huertos.
“Si se obtiene un alto porcentaje de daño en las yemas, quizás hay que ser un poco más conservador con la utilización de rompedores de dormancia y también probablemente a ser más conservador en cómo presentar la primera etapa de la regulación de carga que es la poda y, además, tomar precauciones en función del potencial de producción, como decisiones a tomar para asegurar estas flores, o asegurar la cuaja o asegurar de tener la retención de frutos mediante un regulador de crecimiento que permita obtener o asegurar la mayor cantidad de fruta posible”, indicó el asesor de producción de cerezos, Carlos Tapia.
“En estos dos últimos dos rangos, alto y excesivo, nos tenemos que, eventualmente, preocupar, ante una buena condición primaveral, temperaturas y condiciones para la polinización y fecundación, quizás de una eventual cuaja alta y analizar desde el punto de vista técnico que opciones de regulaciones de carga tengo dentro de la temporada, como son aclareo de flores o raleo de flores y raleo de frutos, idealmente terminando hasta 30 días después de plena flor”, señaló Tapia.
El análisis de yema entrega directrices respecto de cómo actuar, al menos tomando en cuenta el potencial de floración con respecto a las condiciones que se dan para llegar a un potencial productivo. Ahora bien, claramente existen diferencias de potencial entre una variedad y otra.
“Si me encuentro con una Lapins, variedad autofertil y de una buena cuaja, y me encuentro con 15 a 20 flores por centro frutal, quizás estoy en un buen pie; si bien es un potencial medio normal, yo sé que una Lapins en una condición normal podría cuajar en un 20 – 25 por ciento, sin embargo si tengo más de 25 flores por centro frutal, tengo que analizarlo desde el punto de vista técnico y operativo, si es que vale la pena tomar en cuenta un método de regulación de carga temprano como raleo de yemas, medio como raleo de flores, y tardío como raleo de frutos. Obviamente no dejando atrás que la poda es el primer modelo de carga inicial”, puntualizó Carlos Tapia.
Diferente escenario se presenta ante un potencial de floración excesivo y frente a una variedad que es autoincompatible, quizás con un potencial de cuaja no muy alto, como Kordia: “Quizás nos quedamos relativamente tranquilos porque ya tenemos al menos una expresión de floración que nos va a permitir optar a una mejor cuaja, a una mejor producción”, señaló el Director Técnico de Avium.
Se debe tener presente que la información que arrojan los análisis de fertilidad de yemas debe analizarse desde el punto de vista técnico caso a caso, considerando las condiciones y combinaciones presentes, y con el objetivo que cada productor le plantee al huerto, en términos de potencial productivo: “No olvidar que el potencial productivo es el delicado equilibrio entre la mayor cantidad de kilos que pueda presentar un huerto con la mejor calidad y condición de esa fruta”, concluyó Tapia.