Una pregunta recurrente entre los productores en esta época del año es cuándo modificar el riego e incluso en qué momento ya se debe dejar de regar en huertos de cerezos. Si bien es una labor para la que aún restan varias semanas, la interrogante toma fuerza a medida que los informes metereológicos pronostican que nuevamente las altas temperaturas se extenderán mucho más allá de la temporada estival.
Si bien es durante la postcosecha cuando se producen importantes procesos en los huertos de cerezos, tales como la recuperación de raíces, la diferenciación floral y la acumulación de reservas carbonadas y nitrogenadas; en este periodo, es decir entre 90 y 120 días después de plena flor (DDPF), el manejo de la nutrición y del riego es fundamental, siendo en esta última labor, más relevante una correcta distribución de agua, que la cantidad suministrada.
Sin embargo, se debe comprender que deben existir cambios culturales en el manejo hídrico como señales claras a un proceso de aclimatación de las plantas para entrar de firma más óptima al periodo de dormancia. El Director Técnico de Avium y especialista en producción de cerezos, Carlos Tapia, es enfático en destacar la relevancia de una correcta decisión respecto de modificar, mantener o perfeccionar el sistema de riego de un huerto en postcosecha.
“En el proceso de aclimatación uno de los factores importantes es manejar el riego; ya marzo debería ser un mes de transición desde el punto de vista de la implementación del riego y debiéramos estar ya bajando la reposición en torno de un 60 – 50 por ciento de la evapotranspiración, para eventualmente terminar de regar el 31 de marzo, excepto en suelos muy poco retenedores de agua, muy arenosos, que les estamos dando quizás 10 días más. Esa es la primera señal que nosotros le podemos dar a la planta, con una fase de 30 días para que en abril empiece a aclimatarse previo a la entrada en dormancia. En el caso de los huertos en formación, de menos de un año, se puede parar incluso el agua antes, 15 a 20 de marzo”, explicó Tapia.
Por su parte destaca: “El correcto manejo del riego en esta etapa es un objetivo que nosotros debemos cumplir para complementar los cambios fisiológicos y así dar señales claras a la planta de que comience a aclimatarse a la época y poder dar paso natural al proceso de caída de hoja de forma natural, como el objetivo foco de esta operación. Una vez que alcanzamos ese objetivo de lograr el 40 o el 50 por ciento de la hoja caída, que se podría reconocer como el inicio de la dormancia real o fisiológica, se debe testear permanentemente el estado hídrico del suelo, porque en otoños tenemos obligatoriamente que volver a regar, señaló el Director de Avium, Carlos Tapia.
Finalmente, el especialista hizo mención a un error bastante frecuente en el manejo de riego y que tiene relación con las altas temperaturas fuera de la temporada estival, situación ante la cual muchos productores se cuestionan si retomar o no dicha labor: “Nos asustamos mucho y tendemos a reaccionar erróneamente con las altas temperaturas de fines de verano e inicio de otoño. -Viene súper caluroso el 30 de abril, por lo tanto voy a volver a regar-, ese “súper caluroso” son muchas veces temperaturas máximas que pueden durar pocos minutos; si tengo 30ºC el 20 de abril, no van a durar lo mismo que 30ºC el 15 de enero. Lo importante en esto es que la demanda hídrica la rige la evapotranspiración (Etc = ET0 x Kc) y la reposición es en función de ésta y no de las alzas de las temperaturas altas de cada día, concluyó Tapia.