La nueva era de plantaciones y reconversión de huertos. Puntos críticos para ser más exitosos que nunca.
Por: Bruno Tapia, Coordinador Técnico Avium; Ricardo Rojas, Asesor Técnico Avium; Carlos Tapia, Director Técnico Avium.
Dar el paso a invertir en un proyecto agrícola siempre ha sido desafiante, especialmente en la etapa en que se vive en la industria de la cereza.
Los desafíos no sólo están presentes por la exposición a factores climáticos o comerciales, sino también por los factores técnicos, ya que para lograr el éxito en el proyecto es fundamental la buena planificación, gestión y ejecución desde su concepción. Por ende, cobra relevancia tomar en consideración los distintos factores y actores que juegan un rol protagónico en el desarrollo del proyecto. Tal es el caso de la formulación y ejecución de un proyecto de cerezos en la actualidad, basándonos en aristas claves técnicamente, como la variedad, el portainjerto y sistema de conducción, lo cuales van a depender directamente del clima, suelo y labores culturales asociadas a manejos que se quieran buscar.
1. Conocimiento predial.
Para comenzar y determinar los pasos siguientes, es de vital importancia conocer a cabalidad el predio en el que se trabajará; para ello se debe realizar un estudio completo del suelo (profundidad efectiva, impedimentos físicos y/o químicos, análisis textural, químico y biológico) y un acabado estudio agroclimatológico, de manera de tener la mayor cantidad de información para tomar las mejores decisiones de acuerdo a cada realidad y no caer en el común error de tomar como referencia proyectos vecinos. Este estudio, se debe complementar con la revisión in situ por parte del equipo técnico, a través de la revisión de calicatas. (Foto 1).
Dentro de los análisis que hoy en día se pueden utilizar y complementar lo empírico y “casuístico” hay una variada oferta, desde el uso de mapas de conductividad eléctrica en donde se puede visualizar las distintas imperfecciones de los suelos en profundidad, utilizaciones de drones para planimetría e imágenes e incluso complementarlo con imágenes satelitales mediante el uso de imágenes multiespectrales y ortofotos se pueda tener un mayor conocimiento del suelo.
Sin embargo esto no culmina con el análisis in situ en cada predio, que mediante el uso de calicatas espacialmente distribuidas para que sean representativas, se unen todos los detalles mara la toma de decisiones como portainjerto a utilizar, densidad de plantación, dirección de plantación, utilización de platabandas, necesidad de drenajes, etc.
Foto 1: Mapa de variabilidad de la Conductividad eléctrica del suelo (CEM) y posterior análisis de calicatas.
… Ahora, que pasa con los proyectos de replantes?
Importante pregunta se realizan hoy algunos productores en que necesariamente deben reemplazar antiguas plantaciones por nuevos proyectos.
Aparte de lo descrito anteriormente en términos de análisis es muy importante concentrarse en posibles problemáticas que podrían afectar el normal desarrollo de un nuevo proyecto de replante.
Se deja planteado algunas inquietudes presentes hoy en día en este tipo de reconversiones.
- Presencia de larvas de suelo.
- Presencia de nematodos. Género y severidad si están presentes.
- Presencia de hongos y bacterias. Muy importante poder realizar un análisis específico para el patógeno que se necesita encontrar si es que estuviera presente.
Estas inquietudes no solo se estima que se deben tener presentes en un proyecto de replante, sino también en un nuevo proyecto para comenzar con la mayor información posible.
De esto dependerá que manejos se deben realizar previo a la plantación como posibles fumigaciones, aplicación de enmiendas orgánicas, y aplicación de productos fitosanitarios y biológicos para prevenir problemas futuros.
2. Selección de la variedad/portainjerto.
Como primer paso se debe definir la mejor variedad de acuerdo con el clima donde se establecerá el huerto, determinado por los requerimientos de horas frío para cada variedad; en sectores más cálidos, por ejemplo, y de cosecha temprana, variedades que sean una buena alternativa comercial si se cosecha antes del 25 de noviembre. En cambio, en una zona más fría convendrá enfocarse en variedades que permitan extender la cosecha, desde los últimos 10 días de diciembre, mientras que en zonas intermedias, se recomienda buscar variedades que puedan ser competitivas frente al gran volumen de fruta de la época.
Una vez seleccionada la variedad a plantar, es importante elegir el portainjerto que la acompañará, combinando tanto el tipo de suelo, como la combinación variedad/portainjerto, lo que se traduce en el uso de variedades de mayor cuaja junto a portainjertos de mayor vigor (Figura 1), y variedades de menor cuaja con portainjertos de menor vigor para lograr un equilibrio técnico entre la fruta y las hojas, más conocido como la relación hoja/fruto (Figura 2).
Figura 1. Vigor y Fertilidad de los distintos portainjertos.
Figura 2. Relación Hoja/Fruto.
3. Elección del sistema de conducción.
El sistema de conducción estará determinado por tres factores principales, la forma de trabajo que más le acomode al productor y/o tenga experiencia, la combinación variedad/portainjerto y sistemas más eficientes en el uso de la mano de obra, siendo éstos últimos los que competirán con ventaja para maximizar la productividad de los trabajadores. Cuanto más débil sea la combinación, mayor enfoque hacia eje central, considerando no abusar de diluir un vigor predeterminado según las características propias del sitio a plantar; mientras que, cuanto más vigoroso, mayor tendencia a sistemas de dilución de vigor, como los sistemas de conducción Y-Trellis o KGB.
Por ejemplo, para suelos muy retenedores de agua y arcillosos, el portainjerto Colt es el que más se acomoda, mientras que en suelos más livianos la serie MaxMa 14 o MaxMa 60 podría ser una alternativa; en el caso de ser suelos francos a franco arcillosos, la serie Gisela® condicionante a Gisela® 5, 6 o 12 también podrían ser una alternativa. Sin embargo, el portainjerto Colt es el que se adapta en cualquier sitio y cualquier condición de suelo, no así a cualquier variedad.
4. Elección de la planta correcta.
Planta Terminada.
Probablemente el formato de plantas que más seguridad da en un proyecto de plantación, consiste en una planta criada en vivero luego de un año de establecimiento del portainjerto y otra temporada más de desarrollo de la variedad. Por lógica, es la de mayor costo y, a su vez, sin duda el formato que menos administración tiene una vez plantada.
Planta de ojo dormido a raíz desnuda.
Portainjerto desarrollado en vivero para lograr diámetro mínimo de injerto en torno a 8-9 mm. en su base al mes de febrero. Una vez alcanzado este objetivo se procede a realizar injerto de yema (o parche) en la base de estas plantas de material cosechado en la temporada. En general, se utilizan dos parches para asegurar prendimiento en primavera. Como calidad aceptable de este tipo de plantas está el diámetro al momento de entrega, el cual de forma óptima debe superar los 8 mm. de diámetro de base.
Planta injertada en terreno.
En los últimos años se ha ido variando la forma de poder establecer la plantación y una de las buenas experiencias en la práctica ha sido mediante la utilización de portainjertos de una temporada criados en vivero e injertados en terreno, mediante injerto de púa o empalme en invierno. Los portainjertos deben tener al menos 8 mm. de diámetro en la base para que sea de una calidad injertable, principalmente para que el diámetro esté acorde con el material de injertación. Este último punto es importante en el momento del control de calidad de la injertación.
Planta de contendor o bolsa.
Portainjerto establecido directamente en el contenedor o bolsa sobre un sustrato o mezcla que permite un rápido establecimiento de la plántula y posterior desarrollo. Tienen como objetivo alcanzar diámetro de injerto hacia fines del verano y son una salida segura cuando se establecen las plántulas de portainjerto tarde en la temporada, incluso en el mes de diciembre. Estas plantas se pueden injertar de ojo dormido en verano o de púa a salidas de invierno, dependiendo de la estrategia del vivero, muchas veces en común acuerdo con el productor en función al establecimiento de su huerto.
5. Establecimiento.
Continuando con la cronología lógica para el desarrollo de un nuevo proyecto se debe poner especial cuidado en la etapa inicial del mismo, para lograr el potencial productivo, el cual independiente de la variedad, sistema de conducción, tipo de planta o densidad de plantación, debe buscar los siguientes objetivos para alcanzarlo.
5.1 Preparación de suelo.
Una labor que ha ido tomando mayor importancia en el tiempo por su real impacto en el potencial productivo de un huerto, es la preparación del suelo, entendiendo que no es sólo física, sino química y biológica, cuyos componentes en conjunto definirán nuestro futuro.
El trabajo de preparación del subsuelo y la capa arable tiene por objetivo romper los impedimentos físicos del suelo, favorecer la exploración de raíces, asegurar un buen drenaje y aumentar la capacidad de retención de agua en el perfil para promover un buen desarrollo de las plantas para alcanzar nuestro gran objetivo final del potencial.
Para preparar el subsuelo la elección correcta de la maquinaria estará en función del tipo de suelo, humedad y sus limitaciones físicas, es decir, en términos generales un suelo con impedimentos físicos como estratas cementantes llamadas duripanes o fragipanes, o bien, suelos con un gran porcentaje de pedregosidad y con menor porcentaje de humedad en el perfil, debemos inclinarnos por un Bulldozer; en cambio, en presencia de suelos sin limitaciones físicas como las anteriores descritas, podemos utilizar una excavadora con garra sin problemas.
Para avanzar con la capa arable (primeros 30 cms.) se utilizan rastras y arados de cincel (llamado Jympa), para lograr una disgregación de suelo en partes más pequeñas. Es en esta etapa donde podemos realizar las correcciones químicas a través de las enmiendas y luego construir, si es necesario, los camellones o platabandas, ya sea para buscar mayor profundidad efectiva de suelo o sólo como una alternativa para favorecer el correcto drenajes de la escorrentía superficial en invierno. La fecha límite ideal para tener terminada la preparación es el 1 de mayo.
5.2 Plantación.
Etapa tanto o más importante que la preparación de suelo, ya que de igual manera se realiza una sola vez en la vida del proyecto, por ende se debe buscar un hoyo adecuado para que las raíces queden de manera holgada, sin enrollarlas ni en dirección contraria al suelo, ayudándose de un pequeño levantamiento de la planta antes de terminar de tapar el hoyo y muy bien aplomadas de manera perpendicular al suelo, buscando un mejor desarrollo de las plantas.
Fecha límite de plantación.
Planta terminada: 31 de julio.
Planta de ojo dormido: 31 de julio.
Planta para injertar en terreno: plantación 15 de julio e injertar hasta el 10 de agosto.
Planta en bolsa o contenedor: 10 de noviembre.
Lo anterior sólo se puede ejecutar siempre y cuando el sistema de riego haya sido finalizado, probado y que esté funcionando, ya que con la tendencia nacional a la baja pluviometría, se debe asumir el riesgo, regar antes y durante el proceso de plantación de un nuevo proyecto.
6. Formación.
La formación del proyecto es tan o más importante que el establecimiento, considerando que consta de tres etapas; la primera, donde se construye la base del “esqueleto” de las plantas, ya sea uno, dos o varios ejes. La segunda etapa será completar el “esqueleto” formado el primer año, ramificando las plantas usando distintas estrategias para conseguir las llamadas “ramas madres”, etapa clave para el éxito del proyecto; finalmente, en la última etapa se busca el “equilibrio” de las ramas dentro de la planta, analizando el escenario en invierno y efectuando la primera poda de renovación inicial, eliminando las muy vigorosas. Cabe señalar que las etapas y procesos anteriormente descritos son fundamentales a la hora de incursionar en la realización de un modelo de huerto de cerezos, pues cada predio tiene características únicas, tanto en tipo de suelo, pluviometría, entre otros, todos aspectos determinantes para el éxito o fracaso de un nuevo proyecto de plantación.
Independientemente del sistema de formación utilizado, un huerto de cerezos debe tener como potencial productivo un mínimo cercano a 12 Ton/há para ser competitivo. Sin embargo, para llegar a este número y mantenerlo en el tiempo se deben realizar muchas labores que conciernen a la etapa de formación de los proyectos. Luego de eso, la mantención y el equilibrio reproductivo/vegetativo es base fundamental de este potencial productivo.
Una vez “sobre la bicicleta”: ¿En qué tipo/edad de madera debo tener los centros frutales para tener fruta de calidad y el potencial de producción?
La calidad de la fruta está definida por la relación hoja/fruto que tenga el árbol, y además por la capacidad que tiene cada centro frutal (dardo o base ramilla de un año) para alimentar la cantidad de frutos que contenga. Dicha capacidad es mayor cuando los dardos se insertan en una sección de rama de un diámetro óptimo. Sin embargo, las ramas más gruesas dentro de una planta tienden a privilegiar la parte vegetativa y comienzan a ramificarse en exceso, sobre todo cuando han sido intervenidas fuertemente en podas invernales. Por esta razón lo más importante es manejar el concepto del equilibrio en los árboles, es decir, debemos formar un árbol con ramas equilibradas entre sí, eliminando ambos extremos, las ramas muy gruesas y las muy delgadas.
Es muy importante que todo este análisis comience a hacerse una vez establecido el huerto, ya que de estas labores depende el éxito de cumplir cada una de las etapas del proyecto.
Volviendo atrás, al establecer un nuevo huerto se debe considerar lo siguiente:
Primera etapa de formación
Luego de plantar el huerto lo más importante es promover la base del “esqueleto de los árboles”. Si es un sistema basado en eje, se debe lograr en esa temporada desarrollar los mejores ejes, con sobre 2 metros de altura, buenas yemas y entrenudos, y (en nuestro caso) sin laterales que pueden “sobre-desarrollarse” la siguiente temporada e ir en contra de un óptimo equilibrio. Cualquier intervención sobre el eje en desarrollo en la primera temporada, es decir, una precoz ramificación, es una señal contraria al desarrollo de las raíces. Así es como ejes intervenidos en verdes con el objetivo de adelantar la ramificación, erróneamente en muchos casos, terminan con huertos muy heterogéneos y con sus raíces no totalmente expresadas durante esa temporada.
Para obtener estos “buenos ejes”, tanto en un eje central como en sus variaciones (Y-V Trellis, dobles eje, etc.) es fundamental desarrollarlos en el huerto desde los 40 o 50 cms., debido a esto es que es recomendable que los huertos establecidos desde planta terminada sean rebajados al momento de plantar. Así se comienza con una planta totalmente arraigada y con un eje “0 kilómetro”.
En KGB en cambio esta base del “esqueleto” es la corona desde donde saldrán todas las ramas. Esta corona debe ser bien iluminada de manera que en el futuro del huerto permita seguir reproduciendo ramas.
Segunda etapa de formación
Luego de finalizar la etapa inicial y asegurar una buena estructura primaria de los árboles, el objetivo ahora es completar el “esqueleto” de las plantas, lo que significa obtener las estructuras que darán paso a la producción. Generalmente se habla de “ramas madres” donde se alojarán los futuros centros frutales (especialmente dardos) y que no necesariamente debieran ser permanentes, si no que se estima que puedan cumplir un ciclo productivo para luego ser renovadas.
La labor de ramificación es un punto crítico en la formación de un huerto, ya que es fundamental que se generen una mínima cantidad de ramas con un desarrollo de al menos 70-80 cms. de longitud, e idealmente a partir desde los 50-60 cms. de altura del eje.
Dentro de las técnicas de ramificación podemos encontrar distintas ideas y procedimientos que permiten ramificar los árboles y obtener esta estructura. Sin entrar en detalle de cuál de las técnicas es la mejor, se pueden destacar tres puntos importantes en el proceso de ramificación: SUPERVISIÓN, SUPERVISIÓN Y SUPERVISIÓN. Lo más importante en la formación y desarrollo de los huertos, que define parcialmente la homogeneidad y el potencial de producción del proyecto. La gran y más relevante diferencia entre el éxito y el fracaso de la formación de las plantas, es la falta de análisis y supervisión que se debe hacer permanentemente desde el inicio hasta el fin del proceso de ramificación.
Un árbol bien ramificado es un árbol desde un inicio equilibrado. En primavera, cuando ya comienzan a definirse estos crecimientos laterales, es recomendable al menos razonar sobre el procedimiento y necesidad de ortopedia, donde muchas veces se puede comenzar con la postura de mondadientes y finalizar con la amarra de ramas ya desarrolladas hacia el final del verano. Esto permitirá comenzar a “equilibrar” el árbol para promover su pronta entrada en producción.
Tercera etapa de formación
Cuando ya está definido el esqueleto o estructura permanente, lo más importante es identificar el equilibrio de cada una de las plantas, esto ya analizado en el invierno siguiente.
Este análisis se hace desde el punto de vista crítico del balance estructural, de manera que se eliminen todos los crecimientos que están por sobre este “equilibrio”. La eliminación de las ramas sobre-vigorosas, considerada como poda de renovación inicial, es dejar un “taco” que permita nuevos crecimientos con un vigor acorde a la media de la planta. Este punto es reproducible a la totalidad de los sistemas de conducción, ya que en todos debemos mantener un equilibrio entre las ramas que están formando la planta. Es importante analizar el equilibrio en cada sección de la planta, pues una rama de vigor medio en la parte baja probablemente sea vigorosa en la parte alta, y debe ser eliminada para mantener este equilibrio arriba, donde necesitamos un mejor control de los crecimientos para permitir el ingreso de luz.
Foto 3. Primera poda de renovación con el objetivo de equilibrar la planta. (Gentileza Manuel Brión G. Ing. Agrónomo Exportadora del Sur).
Durante toda la vida productiva del huerto es muy importante mantener este concepto del “equilibrio” mediante la renovación de ramas, ya que debemos basar la producción en dardos jóvenes que son los que podrían mantener un alto potencial. Sin embargo, lo anterior está en un permanente estudio por distintos especialistas y aún no existe un consenso de que, a mayor edad del dardo, menor calidad de la fruta.
Independiente de la edad del huerto, visualmente este debe verse siempre “joven” con vigor, dardos sanos y ramas equilibradas que aportan muy buena calidad de fruta. Es de esta forma que se debe hablar del concepto de “renovación permanente” y no de una técnica. Hay que considerar además que este concepto de equilibrio, que permite que la estructura esté en constante evolución, es administrable desde el año de ramificación. Una vez que las plantas entran en estado productivo, y muchas veces en un círculo vicioso de ramas muy vigorosas, sombra y desgaste de madera, la renovación no es siempre segura y exitosa.
Por último, este modelo de renovación se ajusta sin problemas a todos los sistemas de conducción existentes, desde un eje central tradicional, Y-Trellis, Tatura, ejes a mayor densidad, y con mayor importancia en modelos de formación como KGB y UFO.