Por: Carolina López, Market developer Colchagua – Constanza Lozano, Market developer VII norte.
Antes de comenzar cada temporada los productores reciben de parte de sus exportadoras y/o asesores un programa fitosanitario, el cual a grandes rasgos presenta un programa de aplicaciones para manejo de plagas y enfermedades según estado fenológico o monitoreo, entregando alternativas de productos fitosanitarios para cada momento de aplicación. Este programa es una guía para que el productor prepare el manejo respecto a sanidad vegetal de su huerto durante la temporada, considerando recomendaciones posteriores específicas por parte de sus agrónomos y técnicos, siendo además la base de la decisión de compra de fitosanitarios.
Al definir qué productos aplicar, son muchos los factores que se evalúan: eficacia, costos, disponibilidad de éstos en la cadena de distribución, asesorías, tolerancias, etc. Sin embargo, un aspecto que se considera muy poco es el manejo de la resistencia de estos productos, en el cual se ahondará en esta oportunidad, específicamente en el caso de fungicidas.
Desde el punto de vista de las enfermedades en cerezos, es importante enfatizar que, si bien Botrytis cinerea (pudrición gris) sigue siendo el principal problema asociado a pudriciones, hongos secundarios como Alternaria alternata (pudrición negra) están cada vez más presentes en distintas zonas geográficas, atacando a un mayor número de variedades. Estos patógenos logran establecerse durante el período de floración, como consecuencia de primaveras frías y mañanas con alta humedad ambiental. Si bien cada temporada es distinta a la anterior, es importante destacar que incluso en primaveras secas, enfermedades como Alternaria son capaces de establecerse y generar daños visibles en la cosecha.
Por lo anterior, proteger los períodos más susceptibles es clave para mantener los huertos libres de patógenos, evitando así su establecimiento y rápida propagación. Para esto, tener como alternativa el control químico con el uso de fungicidas se transforma en una necesidad irremplazable hasta ahora, en donde la rotación de ingredientes activos y, sobre todo, modos de acción de estos productos es fundamental.
Es importante entender, primero que todo, ¿Qué es la resistencia?; según el FRAC (Comité de Acción Global de Resistencia a Fungicidas) “La resistencia es un cambio, heredable, en la susceptibilidad de una población de hongos que provoca el fracaso repetido de un producto fungicida para alcanzar el nivel adecuado de control cuando éste es usado de acuerdo a las recomendaciones de la etiqueta para dicho patógeno.”
¿Cómo se genera esta resistencia?
Al aplicar un fungicida, se eliminan los individuos más susceptibles de la población del patógeno presente en el huerto, favoreciendo la frecuencia de aquellos menos sensibles, generando así una “selección”.
¿En qué afecta el surgimiento de una resistencia?
Al detectar resistencia de algún patógeno a uno o diferentes sitios de acción de fungicidas, lamentablemente va en directo perjuicio al agricultor. Por esto, es importante ser rigurosos para poder retrasar el surgimiento de la resistencia en lo máximo posible, ya que, al ser detectada, no se podrá evitar que siga avanzando a lo largo de las temporadas futuras.
Algunas acciones claves para evitar generar resistencia a fungicidas son las siguientes:
Alta eficacia de control. Es el principal mecanismo anti resistencia, ya que al controlar totalmente el patógeno no generar sobrevivencia, es menos probable de generar presión de selección sobre la población sobreviviente.Uso de dosis completas de fungicidas: Tanto para productos con un único ingrediente activo, como para mezclas, es fundamental respetar las dosis de él (los) activo (s) por separado (jamás reducir dosis pensando que al combinar activos se compensa). Esto ayuda a aminorar una posible selección de cepas que tengan sensibilidad intermedia en el caso de resistencia cuantitativa (provocada por cambios en varios genes que provoca distintos rangos de sensibilidad).
Alternar mecanismos de acción de fungicidas: Es crucial ir alternando el uso de fungicidas con diferentes mecanismos de acción y a la vez, intercalar o combinar entre aquellos activos con un alto y bajo riesgo de resistencia (revisar FRAC).
Disminuir el número de aplicaciones de un mismo modo de acción durante la temporada: El objetivo es disminuir el número de exposiciones al mismo modo de acción durante la temporada. En el siguiente cuadro, se pueden ver 2 casos, ambos con 4 activos de distinto modo de acción (A, B, C y D) como base para armar un programa de control de enfermedades con 8 aplicaciones durante la temporada. En el primero de ellos (Caso 1) se aprecia, que al usar estos 4 productos en mezcla (A+B y C+D) cada activo se expone 4 veces versus el caso 2, en donde se aplica cada producto por separado, logrando exponer únicamente 2 veces cada activo.
En caso de utilizar mezclar de dos fungicidas, idealmente debiera preferirse que uno de ellos sea de acción multisítica o al menos, evitar sean ambos de alto riesgo de adquirir resistencia (ejemplo: carboxamidas con estrobilurinas). Además, es vital que ambos fungicidas sean efectivos contra el patógeno objetivo y entreguen períodos de control similares.
Respetar indicaciones de etiqueta: Este último punto es muy relevante, considerando que las etiquetas de los productos contienen toda la información necesaria para utilizarlos de manera segura y responsable. Es por ello, que es importante respetar concentraciones o dosis indicadas (verificar si es que hay dosis mínimas asociadas), volumen de mojamiento, número máximo de aplicaciones del activo por temporada, etc., como lograr excelentes cubrimientos de las estructuras florales del follaje.
Como país exportador, independiente de la realidad de cada campo, es responsabilidad de todos los técnicos y productores cuidar estas herramientas para proteger nuestra producción y asegurar una buena llegada a destino desde el punto de vista fitosanitario.
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