Cambio climático, cambios productivos entre temporadas, cambios en los programas fitosanitarios, cambios en las frecuencias por tipo de pudriciones… “Cambio” la gran palabra a la que debemos adaptarnos y saber leer para ser exitosos en la producción de cerezas de calidad. En el presente artículo analizaremos, desde la mirada fitopatológica, estos cambios, qué hemos aprendido los últimos años y cómo la herramienta del monitoreo es fundamental para estar un paso delante de los patógenos.
En un articulo de enero de este año, revisamos cómo fue el comportamiento, en términos de pudriciones, de la temporada 2023-24, donde Botrytis fue finalmente el patógeno más abundante, todo esto precedido por las lluvias en el periodo de maduración de variedades tempranas y algunas de media estación, tocando, por desgracia, a Santina, una de nuestras principales cartas de exportación de Chile. Las lluvias generan partiduras y/o pequeñas fisuras que facilitan el proceso de infección por parte de Botrytis y la presencia de agua libre facilita su reproducción; de esta forma, en pre y postcosecha sus detecciones aumentaron de forma considerable con respecto a la historia más reciente. Pero tal como mencionaba el artículo de enero, otros amigos de su pandilla también aparecieron, y Geotrichum, un actor que había sido irrelevante los últimos años secos, tomó vigencia; desde flor comenzamos a observar aumentos en sus frecuencias lo que terminó en la aparición de pudrición ácida en cerezas y otros Prunus, como nectarines y duraznos.
¿Qué hemos observado los últimos años?
La figura 1 muestra la dinámica de pudriciones detectadas en muestras de frutos sintomáticos que nos llegan cada año al laboratorio, son esencialmente muestras de postcosecha que yan han pasado por el proceso de packing y son enviadas Diagnofruit para identificación de patógenos y con esto los clientes pueden establecer reportes a productores y generar historiales; debido a la naturaleza del muestreo, toda la información que podemos recoger es de tipo exploratorio y marca tendencias de temporada. Como podrán darse cuenta rápidamente al observar el cuadro, estos datos son una muestra clara de las fluctuaciones del clima y el impacto en el tipo de pudriciones por temporada, pero ahora transformemos estos datos en información para entender de mejor forma los CAMBIOS.
La figura posee un “ayuda memoria” que marca de forma muy simple cómo fue el comportamiento de noviembre y diciembre en la temporada analizada en términos climáticos; podemos observar primaveras muy secas y calurosas como la 2020-21, y al contrario, otras húmedas y frías como la recién pasada; los casos extremos como estos nos permiten observar detalles en el comportamiento de los hongos que nos causan problemas que bajo un contexto de “normalidad” es más difícil apreciar.
Ahora fijemos nuestra atención en Alternaria, hongo (en rigor un complejo de especies) causante de la pudrición negra en cerezas, generador de los dolores de cabeza más profundos para productores y exportadores. Claramente, fue la pudrición dominadora desde 2020-21 hasta 2022-23 bordeando frecuencias de detección del 45%. Sin embargo, el reinado terminó en la última temporada donde asomó con personalidad Botrytis, causante de la pudrición gris.
La presencia de agua libre y temperaturas más templadas son la mezcla perfecta para que Botrytis nos muestres sus cualidades de superpatógeno, características que la elevaron al podio en 2023-24 con un 35% de detecciones. Botrytis o la pudrición gris, es un problema que está presente siempre, bordeando el 10%, probablemente muy contenido con los programas de fungicidas de pre y postcosecha, pero la problemática se agudiza en función del clima como nos enseñan los datos de monitoreo.
Figura 1. Frecuencias de pudriciones detectadas en muestras sintomáticas de cerezas analizadas en Laboratorios Diagnofruit por temporada.
Otro hongo que es ayudado por la presencia de agua libre y fisuras en la fruta es Geotrichum, el agente causal de la pudrición ácida en diversos frutales, que este año lo detectamos incluso en kiwis y nos pegó fuerte en diversos carozos. La temporada más seca, 2020-21, fue un hongo que casi desapareció presentando una frecuencia cercana al 1% de las detecciones, luego bordea el 10% hasta un año lluvioso donde se eleva al 17% y probablemente pudo ser mayor; sin embargo, como sabíamos que había presencia del patógeno desde periodos tempranos de primavera, sugerimos la introducción de tebuconazole como estándar de control en pre y postcosecha, lo que en gran medida pudo contener la aparición de este patógeno en cerezas.
En la vereda contraria, Cladosporium, causante de la pudrición verde seca, se inhibe en temporadas más húmedas; podemos observar que en la última campaña tiende a desaparecer y en años secos, como 2020-21, pelea el podio con Alternaria. Hemos aprendido que Cladosporium y Alternaria son reales socios; si bien Cladosporium aparece en solitario en frutos, es muy común que se mezcle pudriciones de Alternaria, compartiendo el nicho ecológico. Ambos son hongos muy presentes en los ambientes agrícolas, desarrollan o poseen resistencia a varios fungicidas, viven dentro de los tejidos vegetales, lo que los hace muy exitosos en términos de colonización. Estas características no siempre significan que exista pudrición, viven en los sistemas sin provocar enfermedad, pero eventualmente, si se encuentran con aberraciones, como por ejemplo mal sello del ovario o partiduras de crecimiento (cv. Sweet Heart), se instalan y luego generan pudriciones secas en el proceso de desarrollo del fruto. Ambos hongos toleran ambientes más secos y de mayor temperatura, tanto así que en el caso de Cladosporium incluso ciertas especies se consideran xerofílicas (que se desarrollan en zonas áridas y semiáridas).
Monitoreo, toma de datos, información = SOSTENIBILIDAD
El ejercicio realizado y mostrado en este artículo, si bien no nace de muestreos estandarizados de acuerdo con el número de frutos analizados (>1.500 por temporada), nos da una imagen potente de lo que ocurre en el periodo y la disponibilidad de esta información nos permite aprender a través del análisis histórico.
En cierta forma, dicho ejercicio se realiza en los packings, con muestras tomadas en la recepción y también post-almacenaje, sin embargo, dichos datos no fluyen hacia la construcción de información y no llega a los productores. Hemos ayudado a perfeccionar ese tipo de análisis, capacitando equipos de las empresas más importantes, éstas han comenzado a construir HISTORIA FINA de lo que ocurre con sus productores, lo que ayuda a los agrónomos de campo a fijar programas específicos para aquellos huertos con problemas particulares; pero sin duda, nos falta mucho por avanzar de forma más estandarizada.
Monitorear presencia de enfermedades debe ser un ejercicio anual, generar estadísticas por cuartel con observaciones a cosecha es una herramienta que cada productor debiera tener año tras año y sumar lo generado por la exportadora. Dichos datos deben permanecer disponibles para asesores y técnicos de exportadoras con el fin de generar programas específicos apuntando a la sostenibilidad de la producción de acuerdo con la realidad predial, climática y no a una receta muchas veces copiada y con poco sentido técnico.
Atentos a próximos artículos, porque exploraremos qué ocurre con la resistencia a fungicidas de estas poblaciones. Aislados de Botrytis, Alternaria, Cladosporium, Penicillium y Geotrichum de la última temporada fueron sometidos a análisis de sensibilidad a los principales fungicidas utilizados en la producción de cerezas; este otro tipo de monitoreo nos permite vigilar la eficacia de las moléculas y al mismo tiempo saber que tipo de activos debo utilizar ante las fluctuaciones climáticas observadas, siempre pensando en estar UN PASO DELANTE DEL PATÓGENO.