El estrés hídrico y térmico son factores cruciales que impactan significativamente en el desarrollo y producción de cerezos. Estas condiciones adversas pueden afectar su crecimiento, floración, polinización, y la calidad de la fruta.
El fenómeno de El Niño, así como dejó graves inundaciones en invierno y lluvias tardías en primavera, generará temperaturas extremas durante los próximos meses; es necesario prestar atención y llevar a cabo todos los manejos necesarios para evitar que la alta radiación, baja humedad y altas temperaturas generen estrés térmico-hídrico en las plantas.
Estrés hídrico
Los cerezos son sensibles a la disponibilidad de agua. La escasez de agua, ya sea por sequías prolongadas o prácticas inadecuadas de riego, puede llevar a la disminución del crecimiento de las raíces, afectando la absorción de nutrientes y causando estrés en la planta. Esto puede provocar la caída prematura de frutos, disminución del tamaño de la fruta y, en casos extremos, la muerte de la planta.
Estrés térmico
El estrés térmico es la elevación de la temperatura por un periodo suficientemente prolongado que puede causar daños que son irreversibles en el metabolismo y el desarrollo de las plantas (Porch y Hall, 2013). La mayoría de las plantas son sensibles al estrés provocado por altas temperaturas y sufren cuando éstas son muy bajas o altas con respecto a los umbrales definidos para cada variable. En el caso del cerezo, el rango ideal de desarrollo se encuentra entre los 18 y 24 °C, si las temperaturas son superiores a los 36 °C, su metabolismo se detiene y comienzan a presentarse daños oxidativos en los distintos órganos de la planta (Lemus, 2005). Varios autores coinciden que el cierre estomático es inminente por sobre los 30ºC de temperatura ambiental.
Cuando las condiciones son ideales para las plantas de cerezos, dichos estomas se presentan abiertos y se mantiene un equilibrio perfecto entre la liberación de vapor de agua a la atmósfera, y a su vez, la captación de CO2 para ser transformado en azúcares, mediante los ciclos fisiológicos inherentes a la fotosíntesis (Tapia, 2019). La regulación estomática es una reacción de las plantas que ayuda a mitigar los efectos dañinos causados por déficit hídrico y/o estrés térmico. Dicho proceso regulatorio tiene como consecuencia una reducción de la tasa de transpiración y del intercambio gaseoso debido al cierre de estomas (Blaya et. al. 2021).

Si los estomas están cerrados, el proceso anteriormente descrito no se lleva a cabo generando consecuencias negativas en las plantas, debido a que éstas no pueden llevar a cabo un correcto intercambio gaseoso con la atmósfera.
Es necesario poner atención a las señales que dan las plantas en situaciones de estrés y a utilizar las herramientas disponibles, tales como la medición de conductancia o conductividad estomática (gs) que mide el flujo de vapor que es expulsado a través del proceso de transpiración por medio de los estomas, generalmente es medida en mmol m⁻² s⁻¹.
Si los estomas están cerrados, habrá una disminución de la conductancia estomática y, por lo tanto, una pérdida de agua por transpiración. Con ello disminuye la tasa fotosintética y todos los procesos dependientes de la fotosíntesis, incluyendo las reservas de azúcares tendrán un impacto negativo como principal fuente carbonada.
Las prácticas de uso de estrategias de controlar o más bien mitigar el estrés térmico, debieran ir orientadas a realizarlas de forma preventivas y que incluso estas puedan ser evaluadas precosecha ante eventos muy sensibles para el cultivo.
¿Qué hacer?

Para mitigar los problemas antes descritos se deben implementar estrategias de manejo, como sistemas de riego eficientes para mantener niveles óptimos de humedad en el suelo, y el uso de técnicas de protección contra temperaturas extremas, como el empleo de sistemas de riego por aspersión para reducir el estrés térmico durante olas de calor.
Por supuesto, el uso de bloqueadores solares o protectores solares también puede ser una estrategia útil dentro del manejo para mitigar el estrés térmico en los cerezos. Estos protectores solares pueden aplicarse en las plantas para reducir el impacto directo de la radiación solar, especialmente durante períodos de altas temperaturas.
"Los avances en investigación y desarrollo buscan variedades de cerezos más resistentes al estrés hídrico y térmico, así como prácticas agrícolas sostenibles que ayuden a mitigar estos desafíos, asegurando una producción más estable y de calidad en los cultivos de cerezos".
Los bloqueadores solares, generalmente compuestos por sustancias como el carbonato de calcio o el caolín, se aplican como una fina capa sobre las hojas y ramas de los árboles. Estos productos reflejan parte de la radiación solar, reduciendo la absorción de calor por parte de las plantas. Esto puede ayudar a disminuir el estrés térmico y minimizar el daño causado por el exceso de luz solar, manteniendo temperaturas más frescas alrededor de las hojas y reduciendo la transpiración.
La aplicación de bloqueadores solares como medida de manejo es una práctica utilizada en varios cultivos, incluyendo los cerezos, para proteger las plantas del estrés térmico y minimizar los efectos negativos de las altas temperaturas. Esta técnica puede ser especialmente beneficiosa durante períodos de calor extremo, ayudando a preservar una buena condición de las plantas y su capacidad para producir frutos de calidad.
En conclusión, una adecuada estrategia de reposición del riego, complementada con el uso de distintas formulaciones (aminoácidos libres, extractos de algas, fosfolípidos y/o productos cuyas formulaciones están basadas por la vía nutricional / biosestimulante) pueden ser de gran utilidad para mitigar los efectos del estrés térmico en el cultivo del cerezo; dichos manejos deben considerarse de precosecha en adelante, más aún tomando en cuenta que se esperan temperaturas extremas durante la temporada estival.