Como cualquier árbol de hoja caduca, el cerezo necesita prepararse para pasar un clima de frío extremo, que sucede en el invierno, y para eso evoluciona botando las hojas y acumulando reservas para partir brotando en la primavera siguiente, lo que reacciona acumulando frío para un óptimo desarrollo y así alcanzar buenos niveles de producción en la siguiente temporada.
Para poder medir estos procesos, se desarrollaron diferentes modelos de acumulación de frío, que estiman la cantidad de frío que la planta debe recibir durante el invierno, y que es necesario además, para salir del receso invernal e iniciar la floración de manera sincronizada y adecuada.
De esta manera, por ejemplo, se puede estudiar el historial climático de una zona antes de establecer un huerto, y lograr su óptimo potencial, definiendo la intensidad de poda del árbol, prever si la floración será temprana, tardía o deficiente y también optimizar el rendimiento y de esta manera la calidad y potencial de la producción.
Para saber más sobre los distintos modelos existentes, conversamos con el asesor y consultor Jordi Casas quien menciona los cuatro más conocidos en Chile, haciendo hincapié en que es importante comprender los modelos para poder aplicarlos y lograr un óptimo resultado en la producción, ya que a través de la interpretación de cada uno, se pueden detectar distintas respuestas del frutal.
Por otra parte, cada modelo puede ser mejor dependiendo de la zona climática donde la plantación está ubicada.
1. Modelo de horas de frío (Weinberger 1950)
Es el más antiguo y consiste en sumar las horas bajo 7.2 grados Celsius que se acumulan desde la caída del 50% de las hojas de las plantas. Es el más simple y usado o desarrollado principalmente en zonas frías. Pierde mucha precisión en climas de menos frío o con inviernos calóricos.
2. Unidades de frío Richardson
Desarrollado por Richardson en la Universidad de Utah, 1974, Estados Unidos. Este modelo acumula unidades de frío de acuerdo a rangos térmicos como se muestra en el cuadro:

Este modelo se ajustó en 1990 y pasó a ser Richardson modificado y luego en 1994 se corrigió nuevamente para pasar a llamarse Richardson positivo, ajustándose más el descuento de unidades de frío con alzas térmicas. Este modelo es más usado en manzanas.
3. Unidades de frío de South Carolina
Fue desarrollado en la Universidad de Carolina del Sur. Funciona muy parecido al de Richardson, con rangos térmicos similares.
4. Modelo dinámico de porciones
Éste se originó en el instituto de Vulcani en Israel y fue desarrollado en carozos. Ha demostrado ser más útil en zonas cálidas o templadas, donde los otros modelos no marcaban tanta diferencia. Es más complejo, pero también es considerado el más preciso actualmente.
“En general todos estos modelos no muestran grandes diferencias en zonas frías, pero en zonas cálidas el modelo dinámico de porciones es más preciso”, afirmó Jordi Casas, enfatizando que se debe tener claro el requerimiento de cada variedad en cuanto a requerimientos y, además, dependiendo del portainjerto que esté involucrado.
En conclusión, frente a la interrogante de si hay un modelo que se deba utilizar por sobre otro, el asesor es enfático en afirmar que “alguien que está en San Fernando Cordillera, Rancagua Cordillera o Curicó, a lo mejor basta con que mida sólo horas de frío porque no es común que tengamos un invierno con alzas térmicas, pero alguien que está en Nancagua, en Sagrada Familia, Melipilla, o María Pinto, sí tiene que mirar el modelo dinámico de porciones que será más preciso en esas zonas”.
Existen factores que no consideran ninguno de estos modelos, como la lluvia o cantidad de agua caída, que ayuda a lavar inhibidores de brotación y las necesidades de calor posterior a la acumulación de frío que pueden ser muy diferentes entre variedades.
“Considerar estos factores ayudaría a que las proyecciones sean más precisas aún”, subrayó Jordi Casas.