La primera vez que tuvimos la suerte de visitar productores en países de Europa, como Austria, Suiza e Italia, nos sorprendimos al observar que en cada caso utilizaban equipos de tecnología similar a los chilenos (atomizadores hidroneumáticos) y quienes operaban dichos equipos eran sus propios dueños; claro, las unidades productivas eran a pequeña escala y cuya comercialización se destinaba al mercado local y en pequeñas proporciones a la exportación a otros países cercanos dentro del continente. También nos sorprendió que los umbrales de daño económico “aceptable” por plagas y/o enfermedades era mayor a 0, situación muy diferente a nuestros umbrales ya que debemos en Chile lidiar aún con las barreras cuarentenarias para todos los mercados de destino más exigentes.
Otros lineamientos muy importantes que nos llamaron poderosamente la atención, fueron las restricciones del uso de materias activas, cuidado del medio ambiente como, por ejemplo, reducción de la deriva, evitar la contaminación de cursos de agua, la polución del aire, cuidado de los agentes polinizadores, entre otras directrices obligatorias.
Para poder cumplir con cada una de estás directrices, y manteniendo una alta efectividad de las aplicaciones, los productores, las autoridades sanitarias y medio ambientales, las universidades y otros organismos, desarrollaron varias décadas atrás las técnicas de aplicación que permiten disponer de la cantidad de ingredientes activos y acompañados de la cantidad de agua necesaria para las aplicaciones. Muy sorprendente fue observar que plagas tan importantes como polillas, escamas, entre otras, y diversas enfermedades eran controladas con eficacia aplicando volúmenes de agua muy por debajo de los que se usaban en Chile.
Esta experiencia, que seguramente han observado otros técnicos que han estado en países donde se desarrollan aplicaciones efectivas y con los volúmenes de agua ajustados a cada etapa de desarrollo, ha trazado un largo camino para generar las recomendaciones que hoy día algunos productores han considerado implementar después de largos años de pruebas y puesta en marcha de mejoras en los equipos de aplicación que disponen en campo.
Una experiencia de ello es el testimonio de Felipe Rojas, Administrador General de Agrícola El Durazno y Agrícola Las Vegas de la zona de Las Cabras, quien después de varios años quiere compartir su experiencia productiva ligada al buen uso de los equipos atomizadores, el cuidado del medio ambiente, el cumplimiento de las reglamentaciones nacionales para evitar deriva, la capacitación permanente de su personal y el uso adecuado de volúmenes de aplicación en cada etapa de desarrollo de los cultivos que tiene a cargo.
Hasta hace un tiempo, para nosotros, el correcto uso de los productos químicos se basaba en elegir el producto más adecuado, utilizar la dosis correcta y aplicarlo en el momento oportuno.
Sin embargo, no teníamos presente que, por una deficiente calibración de los equipos, el porcentaje de productos aplicados hacia el objetivo era muy bajo y que la contaminación hacia el medio ambiente, producto de la deriva, no estaba siendo bien considerada. Incluso, en algunos sectores comenzamos a tener problemas con nuestros vecinos, debido a la contaminación que les ocasionábamos.
Necesitábamos establecer mejoras en la eficiencia de nuestras aplicaciones de modo de reducir al mínimo posible nuestros problemas de contaminación hacia el medio ambiente. Para ello fue necesario tomar la asesoría de expertos en el diagnóstico y calibración de equipos de aplicación, decidimos trabajar con la empresa Peulla.
Para comenzar, fue evaluado cada uno de los componentes de nuestros equipos de aplicaciones, desde una entrevista a los aplicadores y encargados de estas labores, hasta una minuciosa revisión de cada uno de los componentes de los equipos, incluyendo las boquillas.
Es así como pudimos constatar que las falencias de nuestros equipos consistían en las faltas de mantenciones, también en que algunos componentes ya habían cumplido su vida útil y, por último, muchas de nuestras boquillas arrojaban distintos caudales, producto del constante uso en aplicaciones.
Una vez realizadas las evaluaciones, se nos sugirió realizar cambios de algunos componentes en nuestros equipos, desde manómetros hasta boquillas. Además de capacitaciones a todo el equipo humano involucrado en las aplicaciones.
Ya cumplida la primera etapa, vino un nuevo desafío que consistió en bajar nuestros volúmenes para mejorar la eficiencia y eficacia de los productos.
Al trabajar con una empresa con vasta experiencia en las aplicaciones de productos químicos, como lo es Peulla, conseguimos bajar significativamente la contaminación del medio ambiente por las derivas; además, al bajar nuestros mojamientos, tuvimos un ahorro de los productos dosificados por concentración, lo que resultó muy importante en el costo final del programa fitosanitario del cultivo. Por otro lado, cuando la dosis del producto es por há tratada, el utilizar un menor mojamiento implicará también un mejor aprovechamiento de las jornadas de los equipos de aplicación ya que cubrirá más superficie con una misma estancada.
Por último, pero no menos importante, hoy nuestros vecinos están conformes.
Queremos seguir trabajando con Peulla, ya que hemos avanzado significativamente en la eficiencia y eficacia de nuestras aplicaciones. Siempre habrá espacios para seguir mejorando y alcanzar objetivos nunca vistos.