En la producción de cerezas, la etapa de postcosecha marca el comienzo de la preparación para la próxima temporada. Durante este período, es fundamental mantener las plantas en óptimas condiciones durante el verano y garantizar la acumulación adecuada de reservas en dardos y raíces.
Estas reservas, compuestas principalmente por azúcares y aminoácidos, serán esenciales para los procesos reproductivos al inicio de la primavera.
Una gestión deficiente en esta etapa puede resultar en una acumulación insuficiente de dichas reservas, lo que impactará negativamente en la productividad y calidad de los frutos durante la siguiente temporada.
Es importante tener en cuenta que el cerezo inicia sus procesos reproductivos prácticamente sin hojas, lo que limita su capacidad para sintetizar azúcares necesarios en el desarrollo inicial de las estructuras florales.
Por esta razón, garantizar una adecuada provisión de reservas acumuladas es esencial para asegurar buenos resultados productivos y económicos en la temporada siguiente.
Cada temporada es diferente a la otra, eso no es ningún misterio. Por ejemplo, la primavera del año pasado trajo consigo desafíos climáticos que afectaron significativamente las labores programadas en los huertos, en cuanto a nutrición previo a la cosecha. Ante esta situación, surge la pregunta: ¿cómo se transfiere lo que no se pudo realizar en primavera al programa de postcosecha?
En la mayoría de los casos, el enfoque ha sido traspasar todo lo que no se logró implementar, siempre manteniendo un equilibrio. La planificación inicial se retoma, completando las tareas pendientes para garantizar que los árboles reciban la «alimentación» necesaria. Este ajuste busca reponer nutrientes esenciales para el sistema y evaluar si se requiere un aporte adicional.
Un aspecto clave y que no se debe olvidar de lo que fue la temporada pasada fue el desempeño de los huertos que tuvieron una buena postcosecha en el ciclo anterior. Estos mostraron una respuesta satisfactoria en calibres y kilos por hectárea, incluso frente a factores externos como la insuficiencia de frío en algunas variedades.
Los árboles con un adecuado stock de nutrientes desde otoño y primavera previa lograron responder favorablemente al programa, especialmente al inicio con aplicaciones foliares, seguido por las aplicaciones al suelo. Por ello, es de suma relevancia poner la atención en la postcosecha, que ya están viviendo la gran mayoría de los huertos de cerezas.
Si bien esta temporada (2024-2025) fue muy diferente a la anterior, siempre es necesario llevar a cabo de manera integral los manejos nutricionales de postcosecha, con el fin de preparar al huerto para lo que viene, ya sea un invierno insuficiente de frío, inundaciones, etc.
Nutrición en la postcosecha: Un pilar para la siguiente temporada
Durante la postcosecha, la atención se centra en dos frentes: el programa de suelo y el programa foliar. En el programa de suelo se prioriza la reposición de macronutrientes de reserva esenciales como Nitrógeno, Potasio y Magnesio, adaptándose a las necesidades de cada cuartel. Este enfoque se ajusta con base en los rendimientos reales obtenidos, estableciendo un «balance» que permite realizar un nuevo plan nutricional para el verano.
Un esquema típico incluye:
- Nitrógeno: Aportar entre 5 y 15 unidades por tonelada de fruta producida.
- Potasio: Entre 10 y 15 unidades por tonelada de fruta producida
- Magnesio: Entre 2-5 unidades por tonelada de fruta producida.
Adicionalmente, se incorporan enmiendas orgánicas y suplementos como aminoácidos para reforzar cuarteles con debilidades.
En el programa foliar, el enfoque es un mix de nutrientes como Nitrógeno, Potasio, Magnesio, Zinc, Boro, aminoácidos y bioestimulantes, adaptado a las necesidades identificadas mediante análisis foliares. Este programa se realiza principalmente entre enero y marzo, asegurando que los árboles concluyan su ciclo con vigor.
El valor de una buena postcosecha
La nutrición continua y planificada garantiza un arranque óptimo en primavera. Los huertos bien manejados durante el verano mantienen un follaje funcional sin un crecimiento vegetativo excesivo, permitiendo que las plantas sigan fotosintetizando de manera eficiente. Esto asegura una base sólida para la siguiente temporada, especialmente en variedades de ciclos cortos que necesitan un manejo nutricional preciso.
La comparación entre huertos con y sin programas de nutrición refuerza la importancia de estas prácticas. La postcosecha no sólo influye en la salud del árbol, sino también en su capacidad de respuesta y rendimiento en los ciclos siguientes, consolidando la relevancia de una estrategia integral y balanceada.
La importancia del riego para impactar de manera positiva en la postcosecha
Es sabido que dentro de los factores que impiden una buena nutrición se encuentran, por ejemplo, el estrés abiótico, que es provocado por aspectos ambientales o externos que alteran sus procesos fisiológicos y metabólicos, perjudicando su desarrollo, desestabilizando los cultivos y reduciendo su productividad.
Dentro de los tipos de estrés abiótico está el hídrico, causado por un déficit de agua o, justamente todo lo contrario, por un exceso del vital elemento. La falta de agua limita la capacidad de las plantas para llevar a cabo la fotosíntesis y absorber nutrientes, mientras que en exceso, restringe su potencia para obtener oxígeno.
Debido a lo anterior, es muy relevante una buena administración y programación del riego en la etapa del desarrollo del cultivo, el cual se debe ir monitoreando mediante inspección de calicatas, estaciones meteorológicas, métodos de gestión como sondas de humedad, etc., y por supuesto mediante la apreciación visual en respuesta de las plantas; donde el monitoreo del correcto funcionamiento del sistema de riego y la elección de adecuados tiempos y frecuencias de riego, logrará el objetivo de mantener en equilibrio el sistema suelo-agua-planta.