La crisis hídrica y el aumento de las temperaturas abren una temporada compleja para la agricultura chilena. Sin embargo, cada vez hay más herramientas para enfrentarla.
Diciembre tiene varias fechas marcadas en rojo en el calendario, una de ellas el 21, día donde comienza el verano en el hemisferio sur. Así como las personas se organizan para disfrutar de la época estival, principalmente en las playas, los agricultores se preparan para una temporada cada vez más compleja, dado el escenario medioambiental.
Uno de los problemas más graves que enfrenta el mundo del agro en la actualidad es la crisis hídrica y temperaturas extremas potenciadas por el calentamiento global. Chile es uno de los países donde este fenómeno está teniendo mayor impacto, ya que, por ejemplo, el anticiclón del Pacífico, este sistema de alta presión atmosférica que se encuentra en el océano y que evita que tengamos ciclones, está más exacerbado, bloqueando cada vez más las precipitaciones.
Esto redunda en sequías y en la expansión del desierto nortino, y obviamente en menos aguas para las plantaciones, en zonas donde anteriormente sobraban, como la Región Metropolitana o la de Valparaíso. Y el sur no está mucho mejor, ya que los cultivos secanos, es decir, aquellos que dependen exclusivamente de la lluvia, sin riego artificial, se están viendo igualmente afectados.
Así como un ser humano se deshidrata sin este recurso vital y se quema la piel con un sol cada vez más abrasador, con temperaturas que se están acercando a los 50 grados en algunos lugares de nuestro territorio, también sufren consecuencias las plantas. Éstas constituyen verdaderas fábricas de azúcar, producto que utilizan para construir más raíces, tallos, hojas y, por último, frutos, que son los grandes objetivos de la agricultura.
Todo lo anterior lo realizan a través de la fotosíntesis, un proceso que depende de la luz y que está regulado por la temperatura. Cuando se superan ciertos umbrales, la planta se da cuenta de que no tendrá agua suficiente y cierra su fábrica por medio de sus estomas, que vendrían siendo como las chimeneas y que están en la hoja, priorizando su supervivencia, esto es, su raíz, sus estructuras foliares y sus reservas.
“Su última prioridad, entonces, la tiene lo que nos interesa a nosotros: el fruto que cosechamos”, explica Rodrigo Carvallo, subgerente de Marketing e Innovación de Summit Agro Chile, multinacional japonesa perteneciente al grupo Sumitomo Corporation. “Por lo tanto, se producen caídas de frutas, reducción de calibres, que sean más insípidas y con menos carbohidratos, y mayores pudriciones”, complementa.

Plagas y soluciones
Así como el calor reduce el metabolismo en los seres humanos, en el caso de los insectos, las hembras ponen huevos más rápido. A más cantidad en menos tiempo, eclosionan antes, lo que provoca una mayor concentración de ciertas plagas en plazos muy cortos, aumentando las presiones sobre el sector agrícola.
De esta manera, han ido agarrando fuerza pestes y plagas propias de la época. “En todos los años anteriores habíamos tenido ciertos focos de mosca de la fruta, que eran rápidamente controlados, pero hoy tenemos problemas en varios lugares y con mayores dificultades”, advierte Carvallo.
Ante todos estos inconvenientes crecientes, el agricultor cuenta actualmente con más soluciones. Para combatir los ácaros que rompen las hojas y, por ende, destruyen la “fábrica”, Summit Agro tiene a disposición Sanmite, que baja inmediatamente la presión de estas arañitas, y Milbeknock, una tecnología nueva y moderna de procedencia natural, por la fermentación de un microorganismo, que no genera residuos en las cosechas. A ellos se suma Starkle, potente insecticida sistémico, que se mueve dentro de las plantas y que se puede aplicar vía riego.
Finalmente, para los abióticos, o sea, aquellos factores que no tienen vida y que afectan a la agricultura, como la luz solar, están los bloqueadores. “Entre ellos, destaca Oasis, herramienta de última generación transparente, que no sólo bloquea los efectos dañinos del sol, sino que también estimula fisiológicamente a la planta en su fotosíntesis, manteniéndola fresca para seguir operando la fábrica”, concluye el especialista.
