En la fruticultura, el agua ha sido históricamente vista como un recurso indispensable para el riego y, más recientemente, como una estrategia clave para el control de heladas y enfriamiento mediante aspersión de baja precipitación sobre la canopia. Sin embargo, en los últimos años su uso ha demostrado ser mucho más amplio, transformándose en una verdadera herramienta agronómica capaz de aportar beneficios adicionales al huerto.
Uno de los aspectos más relevantes observados en terreno ha sido la posibilidad de mejorar la polinización gracias al manejo de la humedad relativa. Durante la floración, las condiciones secas pueden afectar la viabilidad del polen y reducir la actividad de las abejas, lo que se traduce en un menor nivel de fecundación. En la Región de O’Higgins, Tierraverde ha acompañado a productores que, utilizando aspersión de agua en momentos estratégicos, lograron incrementar la humedad ambiental dentro del huerto. Esto permitió generar un entorno más favorable para el trabajo de las abejas y obtener así una mejor cuaja de frutos.
El mismo sistema también se ha convertido en una plataforma eficiente para la aplicación de productos agrícolas. En la misma zona se han realizado experiencias exitosas con cobre, cloruro de calcio y otros nutrientes, aprovechando la red de aspersores ya instalada. Este enfoque permite reducir el uso de maquinaria y mano de obra, evitando horas de tractor y disminuyendo la compactación de los suelos, al mismo tiempo que asegura aplicaciones más uniformes y oportunas frente a ventanas climáticas críticas.
Otro uso cada vez más valorado es el enfriamiento evaporativo durante tardes cálidas de invierno, cuando las temperaturas pueden interrumpir la acumulación de horas frío necesarias para el correcto desarrollo del cerezo. Al aplicar agua de forma controlada sobre la canopia, se logra disminuir la temperatura del huerto y mantener la continuidad de este proceso fisiológico clave, asegurando una mejor brotación y un desarrollo más equilibrado en la temporada.
La aspersión, además, puede potenciar su efectividad cuando se combina con otras técnicas como el uso de cobertores plásticos o mallas. En particular, para el manejo de la humedad relativa durante la floración, esta combinación permite crear un microclima más estable que protege la viabilidad del polen y favorece tanto el trabajo de las abejas como la fecundación de las flores.
De esta manera, una infraestructura pensada inicialmente solo para el control de heladas se transforma en un sistema multifuncional que protege, regula el microclima, mejora la polinización y facilita aplicaciones de productos. Para los productores, esto significa optimizar recursos, ahorrar en procesos y potenciar la productividad del huerto, extrayendo el máximo valor de cada gota de agua.