Con primaveras y veranos cada vez más estresantes, la postcosecha se consolida como uno de los principales puntos relevantes del negocio cerecero: una fruta que sale bien del huerto puede manifestar desórdenes durante almacenaje y tránsito, con impacto directo en condición, reclamos y precio final.
En la IX CherryExpo 2025, el investigador del Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, Álvaro Sepúlveda León, presentó el proyecto desarrollado con la Fundación para la Innovación Agraria (FIA): “Modelos predictivos basados en clima, nutrición y manejo para minimizar pérdidas por pardeamiento interno en cerezas y manzanas”.
La iniciativa se ejecutó en huertos comerciales del Maule y O’Higgins, evaluando el comportamiento de la fruta tanto en campo como en postcosecha, donde el daño suele evidenciarse con mayor fuerza.
El foco del trabajo es anticipar el riesgo con herramientas de inteligencia artificial, capaces de detectar patrones que no aparecen fácilmente en modelos tradicionales. De acuerdo con lo expuesto, los resultados mostraron una relación consistente: más acumulación de frío invernal reduce el riesgo, mientras que altas temperaturas y condiciones de estrés en verano lo incrementan.
El director técnico de la unidad de cerezos y pomáceas de ANA Chile, Marcelo Arriagada, explicó que la selección de variedades ha sido crucial para mantener la calidad y cantidad de fruta a cosecha. “Lo importante es poder traer genética que prospere bajo esas condiciones de suelo, clima, disponibilidad de frío, y permita obtener un buen producto y así cosechar una cereza que sea del gusto del mercado chino, que es el principal comprador”, señaló el experto durante la IX CherryExpo 2025, organizada por el Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca y ANA Chile.
En la industria frutícola nacional, las exportaciones de cerezas están dominadas por variedades tradicionales como Lapins, Santina y Regina, que representan la mayor parte de los envíos hacia mercados internacionales como China.
“En las últimas temporadas han ganado espacio nuevas variedades como Sweet Aryana, Nimba y Pacific Red, que son de cosecha temprana con atributos de calibre, firmeza y dulzor que buscan consolidarse y diversificar las ventanas de exportación”, afirmó Arriagada.
Se pretende llevar ese conocimiento a un sistema consultable por productores. Según el banco de proyectos de FIA (OPIA), el objetivo general es identificar factores asociados al pardeamiento e incorporarlos como modelos de predicción de desórdenes fisiológicos “como servicio” de la Plataforma Climática y Nutricional IKAROS, incluyendo el diseño de una sección de consulta, capacitación y protocolos de manejo.
Para productores y exportadores, una alerta temprana de este tipo puede traducirse en decisiones más finas en temporada (por ejemplo, priorización de cuarteles, segregación de lotes, estrategia de cosecha y destino) para proteger condición en rutas largas y ventanas exigentes.
El desafío, coinciden los especialistas, es seguir ajustando temporada a temporada: el clima ya no “promedia” y los extremos se están volviendo parte de la normalidad productiva.
