A raíz de la alerta agroclimática para el jueves 6 de noviembre de una baja segregada que podría ocasionar precipitaciones, tormentas eléctricas y granizos en la zona central del país, surge la inquietud en torno a los efectos de este tipo de fenómenos para la cereza, especialmente en una fase tan relevante como la precosecha y la cosecha.
Cuando se producen lluvias y en exceso, la principal preocupación es evitar el daño de los frutos por partidura. Para evitar dicha situación, es clave el monitoreo del clima, sobre todo cuando los cultivos están expuestos a lluvias primaverales, de verano o condiciones de alta humedad que provocan que las estructuras epidérmicas externas de las cerezas se partan, dañando gravemente su producción.
Algunas opciones para aminorar este tipo de efectos, son -por ejemplo- usar cobertores, retirar el agua de la canopia con helicópteros, y aplicar riego controlado para que el árbol no absorba grandes cantidades de agua de una sola vez.
Este tipo de soluciones ayudan a que variedades tempranas y más susceptibles, como Brooks, Royal Dawn y Santina se vean dañadas al punto de afectar su calidad, ya que en caso de producirse partiduras, éstas no se pueden exportar ni tampoco comercializar internamente.
En el caso de los cobertores, éstos no sólo protegen de lluvias inesperadas, sino que también ayudan a resguardar la flor, elevar la temperatura del huerto y permitir un mayor vuelo de abejas, lo que se traduce en un aumento del porcentaje de polinización y cuaja.
A juicio del asesor especialista en producción de cerezas, Walter Masman, «el efecto de la partidura se ve al tiempo que el agua permanece en contacto con la fruta. Por lo tanto, normalmente lo que uno tiende a ver es que una de las principales partiduras por lluvia es la media luna, la cual queda asociada al agua que queda depositada en el receptáculo entre el pedicelo y la fruta. Ante esto, se debe tratar de sacar esa agua lo antes posible, junto a otros sectores donde también el agua se deposita, puede ser mediante helicópteros, o mediante nebulizadoras, o con máquinas de aire forzado, etc.
Hay otras aplicaciones que ayudan a prevenir partiduras, particularmente asociadas a compuestos en base de ácidos grasos, y que ayudan a recubrir la piel. Normalmente, eso está asociado como parte del manejo que debe tener una cereza antes, no idealmente previo a la lluvia. También es aconsejable tener también los suelos bien hidratados para evitar que el árbol en algún momento logre absorber agua de manera muy rápida, muy súbita, y que a través de una presión de turgencia fuertemente a nivel de fruta y de elasticidad a nivel de epidermis, genere algún tipo de problema».
Daño según el estado de desarrollo frutal
Según afirmó la académica Karen Sagredo al sitio de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, las lluvias primaverales afectan mucho a los cultivos en general, pero que este daño o problema dependerá del estado de desarrollo.
Por ejemplo, si el frutal está en estado de floración, afecta negativamente el cuajado de frutos: se dañan flores, se lava el polen, reduce o limita el vuelo de los polinizadores, abejas, abejorros. Por otra parte, si, además de las lluvias y cielos nublados, ocurren bajas de temperatura habrá una menor fotosíntesis, que incidirá en una menor “fabricación” de azúcares y absorción de nutrientes, y con ello se genera aborto de frutos pequeños, es decir, menos carga de los frutales.
En el caso de frutos más desarrollados, Karen Sagredo sostiene que las lluvias pueden generar partidura o «cracking» por abundante entrada de agua al fruto, muchas veces por microfisuras, por la unión con el pedicelo, o directamente por las raíces. Finalmente, si las lluvias son abundantes, esto puede saturar los suelos y generar falta de oxígeno y/o anoxia en las raíces, estresando a la planta, reduciendo la fotosíntesis, y -muchas veces- afectando negativamente el tamaño de la fruta.
Botrytis y Geotrichum: Los patógenos más comunes en cerezo luego de una lluvia
Otros daños que se pueden presentar dicen relación con la incidencia de enfermedades, ya sean hongos o bacterias. Así lo afirma Héctor García, Gerente General de Laboratorios Diagnofruit, quien enfatizó que «hoy el impacto de una lluvia tiene mucho que ver con su estado de madurez, mientras más cerca de cosecha es más susceptible a partiduras y por ende a infecciones por patógenos que provocan pudriciones. Entonces, éste es el primer punto crítico para planificar aplicaciones de fungicidas. Mientras más inmaduras, el programa pre-establecido va bien, si estamos con más color y sólidos solubles tenemos que reforzar».
«Dos patógenos crecen cuando hay lluvia en cerezos: Botrytis, el que más nos pega y secundariamente Geotrichum. Para el primero varios botryticidas tenemos disponibles, fludioxonil, fenhexamid y varias carboxamidas para aplicar cerca de cosecha, al contrario en el caso de Geotrichum solo el triazol tebuconazol como activo puro; pero podemos reforzar con extractos botánicos y Bacillus», añadió Héctor García.
«Para terminar el repaso de la temporada, hemos visto mucho inóculo dando vueltas, esto es porque las precipitaciones nos han acompañado en la primavera, entonces el llamado es a respetar los programas pre-establecidos, no saltarse aplicaciones, en temporadas rápidas ocurre que a veces no aplicamos por lo corto de los periodos. Sin embargo, esta práctica puede ser la diferencia para la obtención de fruta de calidad, que resista el viaje a China y esperar ventas», acotó el ingeniero agrónomo frente a la aplicación de productos que ayuden a prevenir la presencia de hongos y bacterias en el árbol frutal.
Es importante considerar que el uso racional de productos fitosanitarios, siguiendo las recomendaciones técnicas y los períodos de carencia, permiten proteger el fruto sin comprometer su inocuidad. En conjunto, estas estrategias contribuyen a minimizar los daños ocasionados por la lluvia, asegurando una cosecha de mayor calidad y sostenibilidad del negocio a largo plazo.