El verano se caracteriza por presentar condiciones climáticas extremas que, sumadas a factores de manejo, pueden generar o potenciar el estrés abiótico en las distintas especies frutales.
Durante esta etapa se registran las mayores temperaturas y radiaciones, las menores humedades relativas y la máxima demanda hídrica del año, especialmente en frutales que se encuentran en pleno crecimiento o llenado de frutos. Exceptuando las especies en postcosecha, es un período clave en la definición de la producción del huerto.
Alcanzar el potencial productivo bajo estas condiciones exige una correcta definición y ejecución de manejos como riego, nutrición y bioestimulación, orientados a asegurar calibre y condición de fruta según las particularidades de cada especie y zona productiva.
La bioestimulación tiene como objetivo principal aminorar los efectos negativos del estrés abiótico y complementar la respuesta de la planta frente a factores bióticos. Hoy, este enfoque debe considerar de manera integrada la interacción entre suelo, biota, planta y ambiente, ya que ignorar alguno de estos componentes puede traducirse en menor eficiencia productiva, pérdida de calidad o incluso inviabilidad del huerto.
En este contexto, la osmoprotección corresponde a la respuesta fisiológica de las plantas frente al estrés abiótico, mediante la síntesis o activación de osmolitos. Estos compuestos protegen el sistema fotosintético, mantienen la integridad de membranas y tejidos, sostienen la actividad metabólica e inhiben la acción de especies reactivas responsables de daños fisiológicos y productivos. Los osmolitos pueden tener distintos orígenes, como azúcares solubles, polioles, poliaminas y aminoácidos, además de interactuar con fitohormonas, nutrientes y metabolitos microbianos.
Cuando las temperaturas alcanzan sus máximos, el riego es el punto de partida para sostener la actividad metabólica. Sin embargo, suelos con baja capacidad de retención pueden limitar el suministro hídrico y nutricional. Por ello, es clave asegurar un equilibrio adecuado entre agua, aire y suelo, junto con promover la actividad microbiológica, generando suelos con características prebióticas que potencien la acción de la biota benéfica en la rizósfera.
Suelos con buena estructura, drenaje y alta actividad microbiológica explican una mejor respuesta de los huertos frente a condiciones extremas como salinidad, escasez hídrica y altas temperaturas. En este escenario, herramientas como Centeón Max® WP y Azokop® han permitido mejorar la respuesta fisiológica de las plantas y alcanzar niveles productivos sustentables bajo estrés abiótico permanente.
Centeón Max® WP, formulado con Trichoderma virens and Bacillus subtilis, promueve una rápida respuesta radicular, mejora la actividad fotosintética y favorece plantas más equilibradas frente al estrés. Su dosis de inoculación es de 2 kg/ha.
Azokop®, mezcla de dos cepas de Azospirillum brasilense, estimula el desarrollo de pelos radicales mediante la síntesis de auxinas, mejorando la absorción de agua, nutrientes y metabolitos, lo que se ha reflejado en incrementos de materia seca a igualdad de calibre. Su dosis recomendada es de 2 a 3 L/ha.
Para asegurar una rápida colonización de estos microorganismos, el suelo debe aportar prebióticos de fácil disponibilidad. En este contexto, B Soil® actúa como mejorador de suelo y prebiótico, favoreciendo la bioquímica del suelo y la actividad de la biota nativa e inoculada. Su dosis referencial es de 10 L/ha.
Desde el punto de vista foliar, existen diversas herramientas que permiten aminorar el impacto del estrés, como aminoácidos, polioles, poliaminas y azúcares solubles, además de elementos moduladores como calcio. Estas herramientas deben integrarse como complemento a los manejos productivos y al uso de fitorreguladores, especialmente cuando se requiere mantener un metabolismo vegetal activo.
Dentro de este grupo destacan Beta Protect®, bioestimulante formulado con glicina betaína y aminoácidos, que actúa frente a temperaturas extremas, déficit hídrico y salinidad, protegiendo el fotosistema II y manteniendo la turgencia celular. Su dosis foliar es de 300 cc/hL y puede aplicarse de manera preventiva o vía riego.
Sugarplex Reflexo®, formulado con zinc y polioles, contribuye a prevenir daños por alta radiación y temperaturas, reduciendo el golpe de sol en frutos. Su dosis foliar es de 1,5 a 2 L/ha.
Ascofol®, elaborado a partir de Ascophyllum nodosum, conserva metabolitos con acción bioestimulante y osmoprotectora. Enriquecido con zinc, manganeso y boro, puede aplicarse tanto vía foliar como al suelo, con una dosis foliar de 300 cc/hL.
Kelpura®, extracto de Ecklonia maxima, aporta compuestos bioestimulantes, poliaminas y florotaninos con efecto osmoprotector, favoreciendo el crecimiento, la terminación de la fruta y la postcosecha. Su dosis foliar es de 300 cc/hL.
Finalmente, Probo 53 VF, bioestimulante a base de extractos vegetales, aporta metabolitos y precursores hormonales que apoyan la recuperación de tejidos y la actividad reproductiva en etapas críticas. Su dosis foliar es de 500 cc/ha.
La implementación de estas herramientas debe evaluarse siempre según las condiciones específicas de cada huerto, considerando microbioma del suelo, carga frutal, condiciones edafoclimáticas y susceptibilidad varietal. En general, las estrategias preventivas resultan más eficientes que las correctivas.
Para un diagnóstico particular en su huerto contacte a su Zonal de Productos Estratégicos de COPEVAL o al Equipo de Productos estratégicos [email protected].
