La etapa de poscosecha en cerezos representa uno de los períodos más determinantes para la productividad futura del cultivo.
Luego de una temporada de alta exigencia fisiológica, las plantas deben recuperar su equilibrio metabólico y reconstruir sus reservas, proceso fundamental para asegurar una adecuada inducción y diferenciación floral y una futura brotación y floración homogénea y, en consecuencia, apuntar a obtener los máximos potenciales productivos de los huertos.
En este contexto, los manejos de esta época, en cuanto a prevenir cualquier estrés abiótico, donde la aplicación de bloqueadores solares se ha posicionado como una estrategia técnica altamente efectiva. Su mecanismo de acción actúa principalmente a nivel fisiológico, evitando el cierre prematuro de los estomas, los cuales cumplen un rol esencial en la transpiración, la regulación térmica de la planta y la absorción de dióxido de carbono durante el proceso fotosintético.
Cuando la radiación solar es excesiva, las temperaturas se elevan por sobre los rangos óptimos y la humedad relativa cae bruscamente aumenta la transpiración de la planta, provocado por un aumento en el déficit de presión de vapor (DPV), según datos presentados en 10th International Cherry Symposium – Washington, EE.UU. por el departamento de investigación y desarrollo de Avium, este óptimo está dado por temperaturas de 23°C y humedades relativas del 60%, condiciones ideales que no se observan en los períodos de poscosecha donde se encuentran el grueso de los materiales productivos del cerezo.
Si la planta no está en condiciones para suplir esta demanda hídrica se genera un aumento del ácido abscísico (ABA), una hormona vegetal clave en la regulación a la respuesta de estrés de las plantas, provocando el cierre estomático para evitar que la planta se deshidrate ante la demanda hídrica de la atmósfera.
Este cierre forzado genera un aumento en la temperatura foliar y de la planta una reducción de la fotosíntesis y por ende la síntesis de carbohidrato, además de interactuar con los procesos metabólicos del momento como son inducción y diferenciación floral.
Esto repercute directamente en una menor acumulación de reservas carbonatadas, afectando el potencial productivo del huerto para la temporada siguiente.
El departamento de Investigación y Desarrollo de Avium a lo largo de las temporadas de estudios y seguimientos en campo ha evidenciado que los huertos tratados bajo este programa presentan una mayor concentración de reservas carbonadas y nitrogenadas en los dardos durante el invierno teniendo un impacto en los huertos, reflejándose en una mejor brotación, mayor fertilidad de yemas y una respuesta productiva más estable.
Generalmente, la utilización de bloqueadores solares resulta especialmente relevante en huertos establecidos sobre portainjertos de menor vigor, o en unidades productivas cuya respuesta vegetativa anual sea limitada.
Un huerto equilibrado debiera presentar un crecimiento anual aproximado de 50 a 70 cm., asociado a una adecuada relación entre carga frutal y masa vegetativa. Es importante recalcar que un huerto voluminoso no necesariamente corresponde a un huerto vigoroso, ya que el vigor se mide en función de la recuperación del crecimiento y la respuesta vegetativa anual.
Además del vigor, factores como la ubicación geográfica, la exposición al sol, la frecuencia de olas de calor y la disponibilidad hídrica del suelo cumplen un rol determinante al momento de decidir la implementación de esta herramienta. En temporadas marcadas por altas temperaturas y condiciones de sequía, el uso de bloqueadores solares se transforma en un apoyo técnico valioso para reducir el impacto del estrés abiótico.
Cabe destacar que esta práctica debe ir siempre acompañada de una adecuada programación de riego, ajustada a las condiciones edafoclimáticas de cada huerto. El riego eficiente sigue siendo la herramienta más directa y eficaz para evitar problemas de estrés hídrico, mientras que los bloqueadores solares complementan este manejo, reduciendo la carga térmica sobre la planta.
En la práctica, la experiencia en campo ha demostrado que las formulaciones a base de caolína (Caolín 95% en su formulación), aplicadas en concentraciones entre 2,5% y 3%, permiten reducir la temperatura foliar durante las horas de mayor radiación, favoreciendo una mayor conductancia estomática en horas críticas del día. Esto se traduce en una planta más activa fisiológicamente, capaz de mantener su metabolismo incluso en condiciones ambientales restrictivas.
Se recomienda repetir las aplicaciones en intervalos que fluctúan entre 25 a 30 días, dependiendo del crecimiento del follaje pudiendo extenderse desde finales de primavera hasta pleno verano, contemplando dos a tres aplicaciones en total durante el período de mayor radiación y de las condiciones climáticas.
En los últimos años, también han surgido filtros solares incoloros, que representan una alternativa interesante para aplicaciones desde pre cosecha hasta poscosecha. Estas formulaciones, además de reducir la incidencia de daño por sol en frutos, han mostrado efectos positivos en la disminución de deshidratación de pedicelos y en la mantención de parámetros de calidad de la fruta durante su poscosecha.
Posteriormente. Para el caso de los productos como “filtros” transparentes que buscan ser una alternativa a los bloqueadores, se sugiere realizar aplicaciones consecutivas con intervalos que no superen más allá de los 14-15 días entre cada aplicación.
Adicionalmente, diversas experiencias, han evaluado la incorporación de aditivos a las aplicaciones convencionales, tales como extractos de algas (principalmente Ascophyllum nodosum), aminoácidos y compuestos osmoprotectores como la prolina, los cuales potencian la respuesta de la planta frente al estrés térmico hídrico desde un enfoque bioquímico.
Estos complementos han demostrado mantener una mejor estabilidad térmica de la hoja, optimizar la actividad metabólica y favorecer la acumulación de reservas. El momento más oportuno para iniciar las aplicaciones de bloqueadores solares es inmediatamente después de la cosecha, o durante la semana posterior a ésta.
Dado que el mes de enero es un período crítico para la diferenciación floral en la zona central de Chile, se vuelve fundamental mantener al cerezo bajo condiciones de equilibrio térmico, hídrico y metabólico durante esta etapa. El departamento de Riego y Clima de Avium ha determinado que ya al 10 de enero se suele acumular el 50% del estrés por temporada, muchas veces llegando tarde con esta estrategia. En este sentido, la integración de bloqueadores solares, junto a una adecuada gestión del riego, nutrición y manejo de canopia, comenzando inmediatamente después de cosecha “postcosecha inmediata”, permite fortalecer la resistencia del huerto y optimizar su rendimiento tanto en la temporada en curso como en las futuras.
En este sentido, un indicador para poder reconocer el estado crítico del estrés ambiental es el Índice de Estrés (IE), medida objetiva que relaciona temperatura y humedad relativa ambiental como soporte numérico para objetivizar el dato. Este índice responde a la siguiente fórmula:

Se registra el dato desde octubre a abril de cada año y se puede comparar cada zona con respecto al histórico y verificar su estado actual de estrés ambiental.
Si se realiza un análisis de tasa de IE para la zona central, se evidencia lo siguiente:
Fig. 1 Tasa de IE para la zona central de Chile medido desde Octubre a Abril de cada año.

Tener consideración que la tasa de IE aumenta sostenidamente desde la semana 49-50, por lo que las plantas ya están siendo afectadas por este indicador, relacionado directamente con el DPV (Déficit de presión de vapor).
Esto quiere decir que las acciones o estrategias para prevenir los efectos nocivos del estrés ambiental deben comenzar lo antes posible en diciembre para evitar efectos sobre las plantas y mantener un estatus metabólico. Comenzar con los programas en enero probablemente ya es tarde para un efecto esperado.
