Se entiende que al llegar la cosecha hemos cumplido una importante etapa dentro de la temporada del cerezo, no menos importante que la que le sigue, ya que si bien, es el hito que culmina todo el esfuerzo hecho a través del último año donde obtenemos el fruto de todo el trabajo, la etapa que continúa, es igual o más importante, ya que define en gran parte el comportamiento de la siguiente cosecha.
Para destacar esta etapa y su importancia, es que debemos ir preparando la postcosecha como proceso clave en la construcción de la siguiente temporada, etapa estival extensa y crucial para acumular las reservas carbonadas y nitrogenadas, junto al período de inducción (IF) y diferenciación floral (DF) (Fig.1).
Figura 1. Dinámica del desarrollo de raíz, fruto y brote anual en cerezo adulto en Chile. Fuente: adaptado de Bonomelli et al. 2013.

La inducción floral (IF) comienza al término de la primavera a mediados de diciembre en el hemisferio sur y sigue avanzando hasta el inicio de la diferenciación floral (DF) durante el verano hasta incluso los primeros días del mes de marzo, pasando por una evolución de estructuras morfológicas y reproductivas, principalmente reconocidas al ojo humano en los dardos, estructura morfológica más relevante para la producción de la siguiente temporada.
Para el óptimo desarrollo de dichas estructuras, formación de raíces y acumulación de reservas es que se debe tener especial cuidado en que la planta pueda pasar el verano lo más cómoda posible, donde las condiciones climáticas pueden causar estrés abiótico al no estar atentos a los manejos correctos, ya sea de riego, nutrición, control de plagas y enfermedades.
El estrés abiótico se produce principalmente porque plantas, generalmente de menor desarrollo vegetativo y/o con un riego deficitario, no tienen la capacidad de hacer intercambio gaseoso continuo a la atmósfera produciendo cierre estomático, no captando CO2 para la generación de azúcares y mal formando primordios de flores en los centros frutales, generando pérdida de fertilidad y malformaciones en frutos, considerando que el período de inducción floral (IF) comienza aproximadamente 70 días después de plena flor (DDPF) y el período de diferenciación floral (DF) se inicia aproximadamente 100 DDPF, siendo ambos procesos muy dependiente de una estabilidad hídrica, lumínica y térmica en la planta en esos momentos de mayor demanda atmosférica.
Cualquier anomalía desde el punto de vista del estrés en este período va directamente en desmedro de la acumulación de reservas y de forma paralela a la formación y al desarrollo de los primordios florales en los centros frutales que participarán en la producción de la siguiente temporada.
Por ende, es en esta etapa donde cobran importancia las aplicaciones de bloqueadores solares junto a productos en base a algas, como Ascophyllum nodosum y Ecklonia maxima.
El uso de protectores solares junto a algas y su efecto benéfico en las plantas ha sido investigado durante años, llegando a concluir que la aplicación de caolinitas a concentraciones de uso del 3%, reducen la temperatura de las hojas en comparación a un testigo sin tratamiento, ayudando a la continuidad de la fotosíntesis, lo que se traduce en mayor acumulación de reservas almidonadas en los dardos y una mejor absorción y translocación de nutrientes y un aumento a la resistencia al estrés, como también indirectamente la disminución de malformaciones de primordios florales cuando la temperatura ambiental aumenta por sobre los 30°C.
Sin duda el control de un correcto riego tomando las herramientas de gestión como la evaporación de bandeja, sondas y/o estación meteorológica nos permiten hacer el cálculo matemático, pero debe ser complementado mediante el uso de calicatas, ya que además de chequear o ajustar los tiempos y frecuencias de riego, nos permite observar el crecimiento de raíces, y la salud del suelo ante posibles plagas como burritos, comúnmente encontrados en postcosecha para tomar las medidas correctivas necesarias.
Junto con el riego no podemos dejar de lado la nutrición, donde la temporada continúa con un ajuste a la fertilización postcosecha y reposición de los elementos que se llevó la fruta en la cosecha para volver a llevarlos a los estándares conocidos para la especie, en función del rendimiento obtenido, los análisis foliares de enero y/o de suelo, variedad, portainjerto e índice de vigor.
Cuando se trata de huertos en plena producción y sobre todo con un alto potencial productivo, necesariamente debe ser apoyado con la incorporación de agentes que potencien la recuperación de la raíz, comúnmente llamados enraizantes, productos que en su composición tienen auxinas, las cuales ayudarán a promover el desarrollo radical, el cual será el encargado de acumular gran parte de las reservas carbonadas y nitrogenadas que serán el soporte nutricional inicial de la temporada, donde no hay hojas que puedan trabajar para poder alimentar el metabolismo de la planta, debido a que en primavera se reconoce un desarrollo inicial de raíces no antes de 25-30 DDPF (Fig. 1), generalmente respondiendo cuando la temperatura de suelo supere los 15ºC, comúnmente observado a mediados de octubre en la zona central de Chile.
Entendiendo el objetivo a conseguir y sus distintas aristas de mitigación un vez terminada la cosecha, es que no podemos dejar de lado continuar con un programa de manejo de plagas y enfermedades, las cuales deben ser enfrentadas inmediatamente terminada la cosecha, mediante el uso de inductores de resistencia adquirida como fosfitos de potasio, acaricidas y fungicidas de amplio espectro, como también protectores solares junto a algas en base a Ascophyllum nodosum, entendiendo todo el estrés que pasó la planta durante la cosecha y lo que se aproxima a futuro en un verano que cada año presenta temperaturas más elevadas junto a bajas humedades relativas, lo que se traduce en una mayor acumulación de índice de estrés.
References:
– Bonomelli, C., Bonilla, C., Acuña, E., and Artacho, P. 2012. Seasonal pattern of root growth in relation to shoot phenology and soil temperature in sweet cherry trees (Prunus avium): A preliminary study in central Chile. Cien. Inv. Agr. 39(1).
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