Copefrut: 70 años viajando de Chile al mundo con una cereza premium 

Copefrut: 70 años viajando de Chile al mundo con una cereza premium 

Desde un predio familiar en la Región del Maule hasta el consumidor final en China. Ese fue el recorrido realizado paso a paso en una visita al Huerto Las Rosas y después a una planta de cerezas en Curicó, una experiencia que demuestra que la calidad de la fruta se construye mucho antes de llegar a la línea de embalaje.

En un año desafiante para la industria cerecera y en un momento especial para la segunda mayor exportadora de esta fruta a nivel nacional, que celebra 70 años de historia, Smartcherry viajó hasta el corazón frutícola del Maule, con el objetivo de entender en terreno cómo se produce una cereza de exportación y cómo se articula el trabajo entre productores y una exportadora con fuerte ADN cooperativo.

Eficiencia y manejos que no terminan con la cosecha
La primera parada fue en Romeral, en el Huerto Las Rosas, propiedad de la familia Fuenzalida. Allí, Sebastián Fuenzalida, administrador del campo e hijo del propietario, Carlos Fuenzalida, se refirió al proyecto que cuenta con ocho hectáreas en total, de las cuales cuatro están plantadas con cerezas de las variedades Santina, Lapins y Bing. Santina, la más temprana, se encuentra en plena etapa final de cosecha.

Para la temporada 2025-2026, el huerto está alcanzando rendimientos cercanos a los 14.000 kilos por hectárea, una cifra positiva en un año que muchos productores califican como complejo. Al respecto, Sebastián reconoció que su caso es “atípico” por el volumen que han registrado de Santina.

“Nosotros en particular somos un caso medio atípico esta temporada, porque vamos un 20% arriba en Santina, que es lo primero que hemos sacado. Creo que se debe a que hicimos una pega bien importante, pero que también tuvimos la cuota de suerte que hay que tener en este rubro para poder tener los kilos que tenemos y la calidad de fruta que tenemos en este minuto”, expresó Sebastián. 

Sebastián Fuenzalida, administrador del huerto Las Rosas.

Sin embargo, el foco no está sólo en el volumen. “Uno tiene que producir la mayor cantidad de kilos con la mejor calidad y el mejor calibre posible. Y eso es súper difícil, porque mientras más uno produce, generalmente la calidad y los calibres tienden a bajar”, explica. Esto cobra especial relevancia considerando que más del 90% de su fruta se destina a China, un mercado donde el calibre define el precio.

En Las Rosas, la temporada continúa incluso después de sacar la última caja. Apenas finaliza la cosecha, comienzan de inmediato manejos agronómicos como la poda de verano, orientada a abrir el árbol, permitir el ingreso de luz y asegurar una correcta diferenciación de yemas para la temporada siguiente.

El manejo postcosecha en el huerto incluye programas de nutrición para reponer reservas, aplicación de bloqueadores solares, uso de bioestimulantes y un manejo fitosanitario riguroso. A esto se suma un enfoque especialmente cuidadoso en el uso del agua. 

Más de 40 años de relación con Copefrut
La historia del huerto está estrechamente ligada a Copefrut. La familia Fuenzalida mantiene una relación de más de 40 años con la empresa. Originalmente, los campos estaban plantados con cerezos Corazón de Paloma, destinados al mercado interno. Con la apertura de mercados y el desarrollo exportador, migraron hacia variedades modernas como Santina, Lapins y Regina.

“Copefrut nos ha apoyado financiera, comercial y técnicamente. Gracias a eso hemos podido renovar el huerto y mantenerlo rentable”, destaca Sebastián. El objetivo ahora es aumentar cerca de un 30% la productividad en los próximos dos a tres años, sin ampliar superficie, sólo mediante un mejor manejo agronómico y nuevas herramientas tecnológicas.

Una ventaja clave es la cercanía con la planta de Copefrut en Curicó. Apenas tres kilómetros separan el huerto del inicio de la cadena industrial, lo que permite una entrada rápida a la cadena de frío.

Comienza “la carrera” de la cereza en la planta de Curicó
La segunda parte de la visita fue a la planta de cerezas de Copefrut Cenkiwi en Curicó, el corazón industrial de una compañía que nació en 1955 como cooperativa de productores y que hoy exporta fruta fresca a más de 50 países.

En la recepción, explican que ahí es donde comienza “la carrera” de la cereza. Tras la recepción, la fruta pasa por un sistema de hidro-enfriamiento, una especie de cascada de agua fría que permite hidratarla, sanitizarla y bajar rápidamente su temperatura para reducir la tasa respiratoria y llevarla a un “letargo” fisiológico.

El objetivo es que la fruta pueda aguantar los días de viaje hasta China. Luego de ello, la cereza se estabiliza en cámaras de frío antes de ingresar a las líneas de proceso.

La planta de Copefrut opera una de las líneas de proceso de cerezas más modernas del hemisferio sur. Equipos de visión artificial permiten analizar fruto a fruto, tomando entre 15 y 20 fotos por cereza para clasificarla por calibre, color, firmeza, grados Brix y defectos, permitiendo una segregación muy precisa y una oferta mucho más consistente.

Una vez embalada, la fruta pasa por el proceso clave: el sellado en bolsas de atmósfera modificada. Esta tecnología, combinada con frío y bajos niveles de oxígeno, permite que la cereza pase de durar pocos días en un refrigerador a conservarse hasta 45 días en almacenaje, manteniendo firmeza y condición.

Posteriormente, las cajas se paletizan, pasan por túneles de enfriamiento cercanos a 0 °C y quedan en cámaras a la espera del despacho, siempre bajo estrictos protocolos y con inspección del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), según el país de destino.

Reforzando el modelo cooperativo con foco en calidad, consistencia y diversificación
A lo largo de sus 70 años, Copefrut ha puesto foco en una estrecha relación con productores y clientes, la búsqueda de una oferta global de cerezas durante toda la temporada y una estrategia de diversificación que apunta a construir alianzas de largo plazo en distintos mercados, manteniendo altos estándares de calidad y confianza.

Así lo ratificó el Gerente General, Andrés Fuenzalida, quien sostuvo que “lo que estamos haciendo es un poco lo que desde el origen partimos haciendo, que es una relación muy cercana con nuestros productores. Y hoy día, además de trabajar y lograr un muy buen producto acá también, estamos evaluando alternativas de producir en otros lugares del mundo con el objeto de complementar nuestra oferta. Estar más presente durante toda la temporada, no sólo la temporada chilena, sino que la temporada en general de la cereza, a nivel mundial, hace que nuestra marca sea distinta”.

Añadió que “una cosa que es fundamental, y que todos perseguimos, es lograr un muy buen producto, pero también las relaciones. Para nosotros, seguramente por nuestro origen de cooperativa, el vínculo con las personas es muy relevante y eso no es sólo respecto a los productores, sino que también con nuestros clientes. En general, hay relaciones de confianza, donde nos cuidamos mutuamente. Nosotros no tenemos una gran cantidad de clientes, sino que nos gusta tener menos clientes en los mercados y ser importantes para ellos, cosa que ellos nos cuiden y nosotros los cuidamos”.

Por su parte, el Category Manager de Cerezas y Kiwis, Sebastián García, afirmó que “hemos ido buscando la consistencia del producto. Queremos tener un producto donde nuestras principales etiquetas sean lo más parecidas entre una caja y la otra, y así generar que quien compre nuestra fruta y quien posteriormente venda nuevamente nuestra fruta, si es que así fuera el caso, no tenga que dudar de qué es lo que está dentro de la caja. Que sepa exactamente qué tipo de fruta hay y tenga una expectativa clara del uso que le puede dar a esa fruta”.

Y sobre la construcción de relaciones de confianza, aseveró que “queremos dejar de tener clientes y tener partners en los distintos mercados de destino y eso se condice con el ADN de Copefrut, con una empresa que lleva más de 70 años en este negocio donde nos ha tocado trabajar con todos los mercados que existen para la fruta chilena, con todo tipo de clientes y los clientes que tenemos hoy son clientes que llevan 10, 15, 20 años trabajando con nosotros donde hay una confianza importante de ellos en lo que nosotros hacemos y confianza nuestra en lo que ellos hacen con nuestra fruta”.

De esta forma, la visita al Huerto Las Rosas y a la planta de Copefrut dejó en evidencia que la calidad no se define sólo en la línea de proceso. Se construye desde el manejo en el predio y apoyándose en una propuesta de valor basada en la asociatividad, tecnología y relaciones de largo plazo, como lo ha hecho Copefrut en sus 70 años de historia.

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