Las características climáticas de agosto y septiembre en la zona central y centro sur de Chile son óptimas para el desarrollo de enfermedades en cerezos y otros cultivos caducifolios que comienzan su actividad en este período.
El clima comienza a templarse y hay mucha humedad, lo que es un incentivo para bacterias y hongos, al mismo tiempo tejidos nacientes muy sésiles y momentos de alto estrés para la planta la transforman en un blanco fácil para estos fitopatógenos.
Así, estamos hoy en uno de los períodos más críticos para el control de enfermedades y a continuación discutiremos las principales estrategias de manejo.

Varias especies que cultivamos y producimos para exportación de fruta en Chile poseen una adaptación al clima adverso del invierno, que se caracteriza por un período de receso, donde los árboles disminuyen su actividad al mínimo, proceso que se inicia con una re-movilización de nutrientes desde las hojas hacia estructuras de guarda, acompañado de un proceso mucho más evidente que es la caída de hojas.
A su vez, los patógenos, que han co-evolucionado con las especies vegetales hospederas, aprovechan el momento de la caída de hojas donde se producen heridas aumentando sus poblaciones, valiéndose de el último momento templado de la temporada y con alta humedad (incluso lluvias, al menos en el pasado).
Este ciclo ocurre nuevamente hacia fin de invierno e inicio de primavera, hongos de madera y bacterias, aumentan lentamente sus poblaciones con el fin de acrecentar las posibilidades de colonizar los tejidos susceptibles y eventualmente terminar en un proceso infeccioso.
La salida del invierno e inicio de primavera es una fase de clima aún muy variable, con posibilidad de heladas, que podrían generar heridas y muerte de tejidos nacientes, a ratos se presentan peaks de temperatura, lluvias, En lo que refiere de forma exclusiva al árbol, está sometida a un estrés importante debido a que debe brotar y, particularmente en la cereza, dicha brotación viene de la mano con florecer, todo esto en una carrera para estar en sincronía con la actividad de los polinizadores y en un momento donde el riesgo de heladas sea mínimo.
Entonces, la planta debe trabajar bajo presión en este período, las raíces aún no funcionan completamente y la fotosíntesis es muy baja, obviamente la defensa contra los patógenos no será una prioridad debido a que debe estar preocupada de un complejo inicio de temporada. Por lo tanto, tenemos abundancia de patógenos y al mismo tiempo una planta despertando, preocupada por comenzar el desarrollo y poco de defenderse. Todo esto nos debe llevar a generar manejos de apoyo para disminuir las probabilidades de infección.
Sin duda, el cobre es el biocida más utilizado en invierno, óxidos e hidróxidos de cobre son aplicados a calendario en intervalos de 20 a 30 días. Este elemento es utilizado por su control fundamentalmente sobre poblaciones de Pseudomonas. Personalmente, al salir del invierno y enfrentarnos a la brotación (yema hinchada), priorizo el uso de Sulfato de Cobre pentahidratado, debido a su poder de liberación rápida de cobre iónico, necesito actuar rápido, y con menos cantidad de cobre total aplicado, interviniendo con menor presión el equilibrio biológico del huerto, lo cual lo transforma en una buena alternativa de apoyo ante un evento de heladas.
Como hemos discutido en artículos previos, una de las complicaciones de las bacterias es su capacidad de generar resistencia al cobre, para intentar evitar la selección es recomendado programar aplicaciones con otro modo de acción, y en esta etapa dodina en la dosis más alta es una alternativa, y que también tendría actividad sobre ciertos hongos de madera, donde hemos podido detectar buena actividad in vitro.
Si bien aún falta información local, ensayos exploratorios y literatura internacional sobre bacterias no Pseudomonidae muestran control de poblaciones por efecto de aplicaciones de aceite del árbol del té, el cual intervendría en los procesos de comunicación bacterianos, por lo que su uso podría reforzar el control de Pseudomonas en contexto de resistencia a cobre.
Desde ramillete expuesto ya debiéramos pensar en control de hongos, que se suma al de bacterias. Piraclostrobin es un buen controlador de hongos generadores de cancros como Cytospora either Calosphaeria (Fig. 2) y además es un potente elicitor, lo que lo posiciona como un excelente aliado en esta etapa.

Una vez que nos acercamos a floración, la batería de fungicidas que utilizamos para control de tizón y Alternaria es suficiente para minimizar el riesgo de infecciones por parte de hongos.
Eventualmente, en situaciones críticas, historial de cáncer bacterial y/o lluvias, podríamos agregar el uso de antibióticos hacia plena flor, evitando tizón bacteriano e infecciones que avanzan hasta el dardo, iniciando cancro bacteriano, que en la evolución al verano avanza hasta un cáncer, pero ya no por bacteria, sino por hongos como Cytospora.
El control biológico también puede y debe ser considerado en esta etapa, aplicaciones de Bacillus y consorcios de Bacillus con hongos han demostrado generar niveles de control eficiente de Pseudomonas. Sin embargo, hay que tener ciertas consideraciones, como generar aplicaciones sucesivas, debemos inundar los sistemas al menos cada 2dos semanas, y al mismo tiempo generar ventanas de aplicación, no cruzar cobre u otros biocidas con la aplicación de microorganismos, las pruebas in vitro nos han mostrado pérdidas de eficacia cercanas al 30%, cuando Bacillus son expuestos a este tipo de productos.
En conclusión, pronto estaremos en una de las etapas más críticas y favorables para la infección de bacterias y hongos generadores de cancros, por lo que debemos establecer una estrategia de control ad-hoc, considerando la prevención como el eje del manejo, el estatus del huerto, un programa de aplicaciones de biocidas para disminuir las poblaciones, cuidando siempre de no ejercer presión de selección, elicitar cuando ya existan tejidos activos e intervenir con controladores biológicos, todo lo que redundará en un manejo exitoso.