Por: Carlos Tapia T.

Mucho se ha hablado hoy en día de la importancia de establecer huertos modernos, que contribuyan a una producción rentable, donde las labores se puedan realizar de forma eficaz y eficientemente, con una inversión apropiada desde el comienzo y sin sorpresas en el camino. ¿Pero cómo poder conjugar todos estos aspectos de una manera objetiva y realista?
Lo primero es tener claro que para que un huerto posea un potencial productivo rentable, competitivo y sostenido en el tiempo, se necesita que el proceso de formación sea perfecto. Este proceso sin duda determinará el futuro productivo sin depender de que el éxito no se determine por medio de las reacciones del mercado, que hasta ahora han sido favorables. Entonces, ¿cómo lograr que esta meta sea realizable y sostenible en el tiempo?
Hay tres etapas fundamentales en el establecimiento del huerto que permitirán que éste sea exitoso. La primera etapa de formación consiste en desarrollar y asegurar la estructura primaria, con el objetivo de lograr ejes apropiados para que las ramas se desarrollen de manera óptima, y para el caso de arbustos, una base que pueda contener las ramas productivas en el futuro, logrando el equilibrio perfecto entre ramificación y vigor. La segunda etapa consiste en obtener las estructuras que darán origen a la producción, lo que se hace mediante una ramificación supervisada constantemente y muy controlada. En la tercera y última etapa de formación, cuando ya está completamente definida la estructura de la planta, lo más importante es identificar el equilibrio de cada una, analizando cada sección de éstas con el fin de mantener este adecuado balance el tiempo bajo un concepto de renovacion permanente.
Un huerto que desde su establecimiento y formación mantiene en el tiempo el equilibrio, con ramas renovadas, dardos sanos y vigor apropiado, es un huerto que tendrá buena calidad de fruta y permitirá a lo largo de los años una producción sostenible y rentable siempre y cuando este equilibrio sea mantenido, supervisado y controlado en cada temporada. La renovación permanente no es una labor aislada, es una manera de enfrentar el huerto, de darle forma y equilibrio constante sin importar el sistema de conducción escogido o combinación variedad/portainjerto.
En estos tiempos donde el mercado internacional es cada vez más exigente y con nuevos desafíos, donde además hay cada vez más actores en la producción y más competitivos, es imprescindible planificar estrategias previas que nos permitan realizar proyectos factibles, rentables e inteligentes, que logren una producción sostenible temporada tras temporada. La clave no es sobre exigir a las plantas, ni forzar a la precocidad para recuperar la inversión en poco tiempo en desmedro de lograr el máximo potencial productivo. La producción de cerezas es un proceso que debe definirse con precisión y mantenerse con cautela y supervisión constante para que sea exitoso.
