Por Mario Bustamante – CEO Instacrops.
Momentos como los que estamos viviendo hoy nos recuerdan la importancia de garantizar la seguridad alimentaria de nuestro querido país, y a todos nos gustaría asegurar a los chilenos y en general al mundo, que la agricultura está disponible las 24 horas, los 7 días de la semana.
Está muy de moda el hashtag “#elagronopara”, porque todos quienes trabajamos relacionados a una de las industrias más fascinantes y críticas del planeta queremos que así sea. La humanidad debe alimentarse en crisis sociales, hídricas e incluso en pandemias. Entonces, ¿Cuál es nuestro rol? Desde el lado de la tecnología, aprender a mirar con otros ojos nuestra contribución para que la industria produzca más y mejor, con menos. Reinventarse.
Recuerdo (y agradezco) las incansables horas que los agricultores dedicaron durante todo el año para suministrar alimentos asequibles para ser procesados y envasados y así las tiendas pudieran reponer los estantes o góndolas y de esa forma alimentar a todos los chilenos. ¿Qué sabe la agroindustria de crisis? Un montón, pienso que los técnicos dedicados a las labores de terreno tienen un magíster en crisis. Nadie más como ellos pueden dar fe de que la máquina no puede detenerse y que ningún año es igual al anterior.
Al igual que todos, espero por un rápido final de esta pandemia. También tengo fe en que grandes historias de servicio, de vecinos que ayudan a vecinos y comunidades que trabajan juntas (incluso desde la distancia) para protegerse mutuamente brillarán en todo este episodio que parece extraído de un guión de James Cameron.
¿Oportunidad para las Agtech? Claro que sí, el agro está predispuesto a digitalizarse y ahora pasó a ser parte de sus primeras necesidades.
El Agtech rompiendo récords.
Los proyectos “Agtech”, que en Latinoamérica son poco más de 450 donde Brasil concentra la mitad de estas empresas o StartUps, seguidos por Argentina y Chile respectivamente, sigue en alza. ¿Será que la industria se dio cuenta de que la tecnología dejó de ser un “accesorio” y que ahora es un recurso indispensable? Yo pienso que sí, al menos en el caso de Chile.
El año 2018 se reportaron inversiones por cerca de 17 billones de dólares en empresas Agri y Food tech, quintuplicando el número en solo 6 años. Parece increíble pensar que en una industria donde se mueven millones de dólares el nivel de sofisticación pasa más por las canas que por los datos duros. En chileno: hasta hace muy poco tiempo, valía mucho más lo que cuenta el administrador de campo, el asesor o el que gestiona el riego por sobre lo que puede entregar un software de gestión agrícola o una implementación de sensores. Bueno, hoy eso sigue valiendo más, pero la tecnología se debe mirar como un bastón para los tomadores de decisiones y no un reemplazo como tal. Hoy en día existen distintos tipos de plataformas para diversas problemáticas de campo, ya sea utilizando robots para la cosecha o control de malezas y por supuesto los ya conocidos drones que logran reemplazar a los tractores para hacer aplicaciones además de escanear los cultivos y alertar sobre posibles problemas. Parece ser que en un futuro muy cercano los cultivos tendrán que basar sus decisiones en torno a datos duros, provistos por sistemas informáticos alimentados por diversas fuentes que disponen altas capacidades de cómputo. Eso será el nuevo estándar, independiente de las nuevas crisis que nos toque vivir de ahora en adelante.
¿Cuál es el desafío?
Nuestro principal desafío es llegar a la mayor cantidad de agricultores de la forma más fácil y liviana posible. Históricamente el Agtech, Agrotech o agricultura 4.0 ha sido de solo pocos, los pioneros o más innovadores que asumen el riesgo. Luego de él, le sigue el vecino y así sigue escalando la curva. Parecía un hecho de que el ciclo de absorción de conocimiento o de cambio cultural era de forma anual y a una velocidad más lenta de lo que uno esperaba. Ahora no. Estamos en medio de una crisis de proporciones, sin precedentes y necesitamos adaptarnos, movernos rápido y entender cómo podemos aportar en la producción de alimentos de una forma simple, muy liviana y de acceso universal. ¿Qué sacamos con tener una tecnología de última generación si se convierte en una bazuca tratando de matar a un canario? Para eso están los israelíes o norteamericanos, nosotros tenemos una ventaja: Nuestro continente es el mayor productor de fruta fresca a nivel global y de eso sí que sabemos. Ayudemos entonces a producir cosechas excepcionales, de una forma ágil y sencilla de aprender para cualquier agricultor. No le demos más trabajo a los granjeros, mejor quitémosle.