El índice de estrés se define como un indicador objetivo atmosférico que permite determinar y cuantificar a través de su acumulación, mediante un número correlativo, y su directa relación entre la atmósfera y la planta. La acumulación de unidades de estrés está condicionada a la relación de dos variables climáticas, como es la temperatura ambiental (T/°C) y la humedad relativa (HR/%), donde para acumular unidades de estrés se debe cumplir la siguiente condición en cada una de las variables: las temperaturas deben ser iguales o superiores a 10°C y la humedad relativa se debe encontrar con un porcentaje igual o inferior al 75%; si alguna de las variables no presenta esta condición, no existe acumulación de unidades de estrés.
Se ha observado que en gran parte de los casos el detonante principal en la acumulación de unidades de estrés es el porcentaje de humedad relativa del ambiente, ya que, al comparar zonas con temperaturas ambientales similares, aquella zona que presentó un menor porcentaje de humedad relativa obtuvo una mayor acumulación de unidades de estrés.
Este método de acumulación de unidades de estrés proviene de la simplificación de la fórmula de déficit de presión de vapor (DPV), la cual calcula la diferencia entre la presión de saturación y la presión actual; entre mayor sea la diferencia entre ambas, se traduce en una mayor demanda de agua por parte de la planta.
El concepto y el cálculo de este método puede ser complejo, sin embargo, la fórmula de índice de estrés nos ayuda a poder estimar e interpretar, de una manera más fácil, las condiciones de estrés.
La acumulación de unidades de estrés en el cultivo del cerezo incide de manera directa en el comportamiento fisiológico de las plantas, debido a que existe una relación directa en la generación de estructuras carbonadas mediante la fotosíntesis, es decir, que entre mayor sea la acumulación de unidades de estrés, menor será la tasa fotosintética y las reservas de carbohidratos para la siguiente temporada, dado a que las plantas al encontrarse con situaciones de estrés atmosférico tienden a utilizar parte de sus reservas para recuperación de sus fotosistemas dañados.
Dado lo mencionado anteriormente, para el cultivo del cerezo es importante poder construir las plantas para la siguiente temporada, lo cual implican mantener las plantas en condiciones de estrés baja, esto debido que hasta al menos el estado fenológico de caída de pétalos las plantas solo trabajan con las reservas carbonadas que logro acumular durante la temporada anterior tanto en sus raíces como en sus estructuras vegetativas en el periodo de post cosecha.
Debido a que la acumulación de unidades de estrés está relacionada de manera directa con las condiciones climáticas que puedan presentarse durante la temporada, nuestra única forma de poder sobrellevar esta condición es mitigar este estrés ambiental mediante manejos culturales orientados a disminuir este efecto y los problemas asociados a éste, lo cual se traducirá en una mejor acumulación de reservas para la siguiente temporada.
Manejos culturales para mitigar los problemas atribuidos al índice de estrés (Sepúlveda, 2020).
- Evitar carga frutal excesiva y débil desarrollo foliar del árbol. Con ello, hay menos carbohidratos para los sistemas defensivos de la planta.
- Mantener el árbol en un adecuado estado hídrico. Se ha demostrado mayor daño en árboles con déficit de riego.
- Cuidar la sanidad del huerto. Cualquier estrés biótico (plagas, enfermedades, malezas) competirá por asimilados de la fotosíntesis.
- Aplicaciones de algas y/o bloqueadores solares en periodos de mayor acumulación de estrés.
Sepúlveda, A., Arenas, L., Yuri, J. 2019. Clima y Calidad de Manzanas. Centro de Pomáceas-Universidad de Talca.
Sepúlveda, A. 2020. Estrés ambiental y producción frutal. Informativo climático n°54, Centro de Pomáceas-Universidad de Talca.