- Señales fisiológicas y cambios morfológicos definen un buen desarrollo floral sostenido en cada temporada.
- El período de inducción y diferenciación de flores son imprescindibles para sostener el potencial productivo y se conectan perfectamente con otros procesos dentro de la temporada de crecimiento.
El primer cambio fisiológico que se experimenta es la inducción floral y que condiciona a que la yema evolucione vegetativa a la posibilidad de ser una yema floral. Posteriormente viene la diferenciación floral, que corresponde a un cambio morfológico que conduce a la aparición de primordios florales. Luego, durante el otoño, en la etapa de dormancia del árbol donde las yemas se cierran cesando su desarrollo y sin ningún cambio aparente para finalmente reanudar por completo su crecimiento en primavera. Conocer estos procesos permite a los productores influir en cuántas yemas florales determinarán la intensidad de la floración y por lo tanto en el número de frutos obtenidos por planta.
En la etapa de inducción floral, que va desde los 70 a 110 días después de plena flor (DDPF), se originan procesos complejos que se producen por estímulos que se originan fuera del vértice del tallo y que inducen la formación de primordios florales (Hempel et al., 2000) en la etapa II del desarrollo del fruto (Elfvinget al., 2003) hasta el cese de crecimiento de los brotes en pleno verano, identificado generalmente con el acortamiento del fotoperiodo. El momento de la inducción floral de la especie depende de ciertos factores como son: las características de cada cultivar, de la condición fisiológica del árbol (que puede ser afectada por el clima), por las condiciones abióticas propias del sitio y sin duda por las prácticas y/o manejos culturales que se realizan en el huerto (Thompson, 1996; Guimond et al., 1998a, b; Engin, 2008; Beppu y Kataoka, 2011; Tapia 2018).
En cuanto a la diferenciación de la yema floral (aproximadamente entre 110 y 140 DDPF) se produce en dos principales períodos de tiempo. El inicio de la floración y el desarrollo primordial ocurren a fines del verano e inicio de otoño dependiendo la zona climática donde se encuentra el cultivo. Posteriormente de la dormancia, la diferenciación final de la flor ocurre cuando las temperaturas vuelven a aumentar en primavera y comienza el desarrollo fenológico del cultivo.
Para dar terminar al desarrollo de la flor, estas deben permanecer en una fase de latencia en invierno en donde existe un estado de inactividad para soportar las bajas temperaturas invernales, y cumplir los requisitos de horas frío para cada cultivar.
“El factor común que beneficia a ambos procesos es la LUZ. Una adecuada iluminación de la planta permite que se desarrollen óptimamente ambos procesos, potenciando la formación de flores en las plantas.
Considerando esto, la falta de luz al interior de la copa puede estar dada por varios factores como son la combinación portainjerto/variedad, programa nutricional, programación del riego, podas que potencien vigor, etc.
Es importante que la lectura de las plantas sea perfecta al momento de decidir que acciones seguir para asegurar una óptima iluminación. Dentro de esto está la decisión de poder realizar una poda de verano que favorezca la entrada de luz a los futuros centros frutales.
En huertos vigorosos es importante una vez terminada la cosecha poder asegurar la luz para estos procesos, por lo que una labor de poda temprana es una tarea fundamental. Sin embargo, si esta poda se realiza previa al 15 de enero, es muy posible que exista un rebrote de los cortes, que en gran parte de los casos hay que asumirla y previo al otoño poder realizar alguna labor para asegurar su lignificación. Si la poda de verano se realiza después del 15 de enero, con seguridad el rebrote es casi nulo.
Para que la poda de verano tenga un efecto directo sobre el aprovechamiento de la luz, necesariamente se debe terminar previo al 10 de febrero.” señaló Carlos Tapia, director Avium.
Una de las prácticas para evidenciar el estado reproductivo del huerto e ir entendiendo su comportamiento y así poder generar un historial de huerto, es el análisis de fertilidad de yemas en cerezos (AdYC) el cual permite obtener información objetiva del potencial productivo de la temporada y desde este punto de vista tomar decisiones de manejos culturales apropiados, como podas, raleo de yemas, y además con ello, generar información práctica para la realización de manejos que ayuden a una adecuada formación en los procesos de inducción, diferenciación y latencia de la flor.
Referencias bibliográficas
- Carlos Tapia- Comunicación personal.
- “Cherries, botany, production and uses”- Edited by: José Quero-García, Amy Lezonni, Joanna Pulawska and Gregory Lang.