Uno de los momentos cruciales de la temporada de cerezas es la salida de dormancia e inicio de los estados fenológicos más tempranos, momento en el cual las plantas son más susceptibles a daños por frío; contar con un sistema de control de este tipo de episodios es fundamental para el éxito de la temporada.
Semana 37 del año y los huertos de cerezos, dependiendo su variedad y ubicación geográfica, presentan diferentes estados fenológicos. Mientras en el norte se preparan para dar inicio a la cosecha en un mes más, en la zona central del país se pueden apreciar desde puntas verdes hasta floración.
Es imprescindible en esta época del año considerar la ocurrencia de episodios de heladas y su debido control; si bien existen varias definiciones en torno a este fenómeno climático, INIA en su documento “Heladas. Factores, tendencias y efectos en frutales y vides”, lo define así: “Se considera helada meteorológica cuando la temperatura del aire a 1,50 m. del suelo desciende a un valor igual o inferior al punto de congelamiento del agua, es decir, a 0 °C, independiente de su duración o intensidad. Desde el punto de vista agrometeorológico podría definirse una helada como la temperatura a la cual los tejidos de la planta comienzan a sufrir daño”.
Mientras más bajas sean las temperaturas y más se prolongue dicho episodio, el daño en las plantas puede ser aún mayor. Si bien las heladas normalmente ocurren durante la madrugada o al amanecer (salida del sol), en la época de invierno estos episodios pueden durar varias horas.
Si nos vamos en específico al área agrícola, INIA en el documento antes señalado, indica que: “Puede indicarse la existencia de la helada agronómica, la cual se define como aquella en que el descenso de la temperatura del aire a niveles críticos para los cultivos ocurre sin llegar necesariamente a 0 ºC. No obstante, se considera la temperatura igual o menor a 0°C como la señal para la toma de decisiones en las medidas de manejo utilizadas para minimizar el posible daño de heladas”.
Tipos de heladas
Las heladas se pueden clasificar de acuerdo al origen sinóptico, época de ocurrencia, y aspecto visual. La primera clasificación, correspondiente al origen sinóptico, considera:
Helada advectiva: Normalmente ocurren tras el paso de un sistema frontal, al ingresar una masa de aire frío con altas presiones provenientes de zonas polares; es decir, se producen debido al movimiento de una masa de aire frío sobre una región específica. Entre sus principales características destacan: cielos despejados, viento variable, heladas en extensas zonas y persistencia de días.
Helada radiativa: Ocurren durante noches despejadas y se producen debido la pérdida de radiación desde la superficie durante una noche despejada y atmósfera seca. Entre sus características destacan: Pérdida de calor, enfriamiento nocturno, cielos despejados, viento débil, heladas locales.
Helada Mixta: Son la combinación de las heladas de advección y radiación; más que ser un tipo de helada, se trata de una transición entre la masa de aire frío y la pérdida de calor del suelo por irradiación.
Helada de evaporación: Se producen debido a la evaporación del agua desde la superficie de las plantas. Ocurre usualmente cuando disminuye la humedad relativa atmosférica y el rocío formado sobre las plantas se evapora, proceso que requiere calor; éste es aportado por la planta, generando un consiguiente enfriamiento de la misma.
Las heladas también se pueden clasificar según la época de ocurrencia:
Heladas primaverales o tardías: Se registran una vez terminado el invierno y afectan principalmente a los cultivos de ciclo anual y a los frutales en su proceso reproductivo.
Heladas otoñales o tempranas: Episodios previos a la llegada del invierno y pueden ser perjudiciales en cultivos que estén en período de cosecha.
Heladas invernales: Se generan cuando existe una disminución significativa de las temperaturas. Pueden afectar a todo tipo de cultivos, sin embargo no son dañinas para los frutales de hoja caduca debido a que éstos se encuentran en período de dormancia.
Según su aspecto visual este tipo de fenómenos climáticos se clasifica en:
Helada negra: No presenta escarcha y las plantas afectadas adquieren un color negro al día siguiente del fenómeno; las partes dañadas de ésta mueren. Se presentan ante baja concentración de vapor de agua en la atmósfera, lo que a su vez causa temperaturas letales para los cultivos. Es la que puede generar más daños en la agricultura.
Helada blanca o escarcha: Fenómeno climático menos severo que la helada negra. Se trata, en palabras simples, del congelamiento del rocío, lo que ocurre cuando la superficie de los cuerpos alcanza una temperatura inferior o igual a los 0° C.
Daños por heladas
Las plantas son susceptibles a daños por bajas temperaturas y/o congelamiento, sin embargo la gravedad de estos dependen del tipo de cultivo y variedades, incluso cuando estén sometidos a la misma temperatura y estado fenológico.
En los cerezos, por ejemplo, existen estados fenológicos más vulnerables a daños por heladas. Según ha podido constatar el equipo Avium en sus 13 años de trayectoria en asesoría en producción de cerezos, hay registros importantes de daños entre los estados de yema hinchada y ramillete expuesto, por sobre estados más avanzados, tales como botón blanco o plena flor.
Entre dichos estados (yema hinchada-ramillete expuesto) las plantas de cerezos son más vulnerables a los daños por frío; por ello, es necesario que ante episodios de bajas temperaturas, inferiores a 0,5ºC por más de una hora, controlar este tipo de fenómenos mediante los diferentes métodos que existen y que se analizarán más adelante.
El daño por heladas se produce cuando se forma hielo al interior del tejido de las plantas, ocasionando daño en las células: “La formación de cristales de hielo dentro del protoplasma de las células de la planta es un daño directo de helada (helada intracelular), mientras que un daño indirecto es la formación de hielo dentro de la planta, pero fuera de las células (helada extracelular), siendo lo que realmente daña a las plantas es la formación de hielo y no las temperaturas frías”, señala el artículo “Base teórica y práctica del efecto de las heladas en la producción de cerezas” preparado por Avium.
Foto 1. Apariencia visual de primordios florales en yemas de cerezo, antes (A) y después
(B) de la exposición a un evento de heladas. (Fuente: Valenzuela et al. 2020).
El grado de daño por heladas tiene relación con el proceso de congelación y deshielo del agua. Si el enfriamiento es rápido, su efecto es irreversible y los daños graves, pues el hielo se forma con prontitud en los espacios entre células (meatos) y al interior de las células, y éstas son incapaces de adaptarse.
Posteriormente, se descomponen la membrana celular y los constituyentes del protoplasma, ocasionando muerte celular y un ennegrecimiento de estas. En otro caso, si el enfriamiento es lento, las células pueden adaptarse a los cambios; además una vez que el agua extracelular se va congelando se produce una salida de agua intracelular, la que compensa el déficit osmótico. En este caso los tejidos pueden sobrevivir y recuperarse, sin embargo las células pueden morir debido tanto a procesos de desnaturalización como a efectos mecánicos.
La adaptación de las plantas a temperaturas frías frente a una helada se denomina “endurecimiento” y, según explica el equipo Avium, “dicho proceso está probablemente relacionado con mayor grado de contenido de solutos en el tejido de las plantas o con las disminución de la concentración de bacterias activas en la nuclearización del hielo en los periodos fríos o, en efecto, puede ser una combinación de ambos componentes. La acumulación de azúcares o azúcares-alcoholes disminuiría la temperatura de congelación de los tejidos y aumentaría el superenfriamiento en muchos árboles caducifolios o de hoja
perenne ante una baja temperatura del aire”.
Durante la postcosecha del cerezo, a la vez que se previene el estrés abiótico causado por las altas temperaturas, mediante diferentes estrategias, indirectamente se está aportando para mejorar la “tolerancia” de las estructuras reproductivas, lo que técnicamente se conoce como “endurecimiento” a bajas temperaturas, debido a la mejor conformación de las yemas en el cultivar.
Sistemas de control de heladas
A medida que pasan los años la tecnología ha puesto a disposición de la industria cerecera nuevos métodos de control de heladas. A continuación se resumen brevemente los más utilizados, abarcando las herramientas más simples y sofisticadas. Cabe señalar que existen métodos pasivos y activos para su control, siendo el primer tipo una estrategia que tiene relación con adaptar las plantaciones al clima, eligiendo las mejores variedades, un lugar de plantación y manejos de huerto adecuados.
En esta oportunidad, se profundizará en los medios activos de control de heladas, cuyo objetivo es crear un microclima alrededor de la planta y evitar el daño por frío.
Aspersores: consiste en un sistema de aspersión en altura que permita aportar grandes cantidades de agua que recubren la planta; al enfriarse el agua, ésta desprende calor hacia el ambiente y permite que las plantas mantengan la temperatura en 0ºC y no lleguen al punto de congelamiento que ocasiona daños. Es uno de los métodos más usados, además de ser bastante económico en comparación a otras estrategias.
Inundación: Está basado en el mismo principio que en control por aspersión, sin embargo sólo puede realizarse en ciertos huertos; consiste en inundar el terreno, evitando así que éste se enfríe, pero es aplicable sólo en cultivos tolerantes a la asfixia radicular.
Combustión: El aire caliente, por su composición química, siempre tiende a ubicarse en capas superiores al aire frío; de este modo, al generar combustión con quemadores tipo mecheros que usan combustible, se crea una barrera que impide la mezcla de aire a distinta temperatura. Se debe tener especial cuidado con el calor directo a las plantas, considerando este importante aspecto a la hora de ubicar los calefactores en el huerto.
Fuego y humo: Si bien es aún un método utilizado, la investigación ha determinado que su efecto es prácticamente nulo: “Las fogatas producen torbellinos en un radio de influencia no superior a 20 metros y el área calefaccionada por radiación no es importante en una superficie bajo cultivo. El uso de fogatas tiene un efecto limitado en el control de heladas. Por su parte, el humo producto de la quema de neumáticos, madera o maleza, no tiene efectividad en el control de las heladas”, según consigna el artículo “Control de Heladas en la Agricultura – parte I”, de INIA Tierra adentro.
Ventiladores: Son la alternativa más moderna y efectiva para el control de heladas; sus hélices mezclan el aire de mayor temperatura que se encuentra a una altura de entre 10 y 20 metros sobre la superficie del huerto con el aire frío que está en el suelo. Esto permite elevar la temperatura del aire en contacto con el cultivo uno o dos grados y evitar daños por heladas.
Helicópteros: Generan el mismo efecto que los ventiladores, removiendo capas de aire más cálido a sectores más bajos; sin embargo la escasez de helicópteros y los elevados costos de uso hacen que sea un método poco utilizado, salvo en cultivos de alta rentabilidad.
Cobertores: Son versátiles y cada vez ofrecen mayor tecnología, permitiendo cubrir los huertos con estructuras que protegen a los cultivos de las inclemencias climáticas, tales como la lluvia, el granizo o las heladas, entregando a su vez una óptima ventilación al interior. Sin embargo, pueden requerir complementarse con otro tipo de control de heladas ante episodios de mayor intensidad.