1)Cobertores: sin duda lo más efectivo. No hay ningún método ni manejo que asegure la protección que proveen los cobertores contra lluvia. Su uso indiscriminado, sin los manejos y los materiales adecuados podría influir en la calidad y condición de fruta, pero con manejos acordes según los objetivos propuestos, no tan sólo puede prevenir de daño por lluvia, sino también podría mejorar características como calibre e incluso con nuevas tecnologías en el uso de plásticos, adelantar estados fenológicos.
2)Turbo-nebulizadores sin carga: originalmente se usan para realizar aplicaciones en los huertos, pero en este caso se utilizan para generar flujos e viento que permitan remover el agua; deben ir a full potencia, nunca vacíos, sino que con un poco de agua para que las bombas no trabajen en seco. La primera pasada debe ser rápida, sin embargo puede ser necesaria una segunda pasada para pode botar toda el agua de las plantas. También es efectivo hacer una pasada en paralelo con dos equipos en hileras contiguas, esto hace hace que los flujos de vientos se traslapen y tengan una mayor efectividad para remover el agua del follaje y la fruta.
3)Ceras y polímeros: realizar aplicaciones sucesivas y bien controladas para lograr el objetivo; lo importante es que los productos sean aplicados sobre el fruto en forma homogénea por lo tanto se deben realizar pruebas en las zonas objetivo, cavidad pedicelar y zona estilar, que es donde debemos bajar el riesgo, ya que sabemos que la exposición prolongada a agua en estos sectores termina en una partidura.
4)Utilización de películas hidrofóbicas (Biofilms): Con productos formulados especialmente para este trabajo, se ha visto en investigaciones en Chile un buen desempeño antes lluvias no muy intensas ni de gran duración.
5)Utilización de Cloruro de Ca (CaCl2): Antes y durante la lluvia esta estrategia permite que el agua de lluvia se mantenga la mayor cantidad de tiempo fuera de los frutos por efecto de un equilibrio osmótico.
6)Secado: Idealmente con helicópteros y Blowers (sopladores), de forma eficiente y justo terminada la lluvia. También pueden activarse las hélices de control de heladas que generan flujos de viento que permiten que escurra el agua que está sobre la fruta y que finalmente genera daños.
En el caso de los helicópteros, su ruta y altura deben ser definidas en función de la envergadura y la potencia de éste. Es importante que al momento de volar el helicóptero el suelo tenga un nivel de humedad que evite que se levante polvo, ya que esto podría ser dañino para las plantas y complicar la visual de la labor.
La altura del sobrevuelo se debe calcular de forma empírica mediante ensayo y error con el objetivo de botar eficientemente el agua con el menor impacto posible a las plantas para evitar daños mecánicos como machucones o puntiaduras