El poder oculto de los fitorreguladores

El poder oculto de los fitorreguladores

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Estas hormonas vegetales, apenas perceptibles pero de impacto monumental, están transformando la agricultura moderna influenciando en el crecimiento y desarrollo de las plantas, desde la raíz hasta la cosecha.

En el mundo de la agricultura, la planta se convierte en el epicentro de un descubrimiento milenario: los fitorreguladores. Estas hormonas vegetales, elaboradas por la propia planta, ejercen una influencia sorprendente en diversos procesos fisiológicos en todas las etapas del ciclo de vida vegetal, desde las raíces hasta las flores y los frutos.

Las plantas utilizan una variedad de estos reguladores del crecimiento para ajustar su desarrollo, los cuales varían según las necesidades del agricultor y la planta.

“Hoy en día, los fitorreguladores son una pieza fundamental en la agricultura moderna. Se dividen en varios tipos, cada uno con un papel crucial en el desarrollo de las plantas. Las auxinas, por ejemplo, son esenciales para el crecimiento y la retención de frutos; las citoquininas están ligadas a la división celular; las giberelinas influyen en la maduración de semillas y frutos; el etileno impulsa la maduración de frutas; y el ácido abscísico contribuye a la madurez y pigmentación”, señaló Mauricio Adasme, agrónomo de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Jefe del Laboratorio Agropecuario Las Garzas.


“Estas hormonas, ya sean naturales o sintéticas, operan en concentraciones mínimas pero tienen un impacto extraordinario en los cultivos. Su aplicación estratégica es clave para potenciar la calidad y cantidad de los productos agrícolas, marcando una diferencia palpable en la agricultura contemporánea”, agregó.


Los fitorreguladores, conocidos por su capacidad para regular procesos vitales en las plantas con concentraciones mínimas, han emergido como protagonistas en la agricultura regenerativa. Su impacto va más allá de las prácticas convencionales, ofreciendo una ventana para potenciar los cultivos y otorgarles mayor vitalidad.


El descubrimiento de estos reguladores se remonta a épocas ancestrales, cuando prácticas cotidianas transmitidas por generaciones revelaban métodos que hoy reconocemos como el uso de sustancias de origen vegetal. Un ejemplo es el empleo de aceites vegetales para acelerar la madurez de frutas, desconociendo entonces su rol como precursor del etileno, la hormona que promueve la maduración.

Estas hormonas pueden ser naturales o sintéticas, generándose en distintos tejidos y actuando de manera selectiva según la receptividad de la planta. A pesar de su diminuto tamaño molecular, tienen un impacto significativo en los cultivos, operando a concentraciones mínimas y, en ocasiones, siendo aplicadas de forma tópica sin afectar el sistema vascular de la planta. Se recomienda su uso de origen natural para obtener una mejor respuesta de los tejidos vegetales.

Estos reguladores de crecimiento vegetal, influyen en procesos clave de las plantas, representando una herramienta valiosa para potenciar la calidad, cantidad y desarrollo de cultivos en la agricultura actual.

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