Tal como cuando una persona se alista para ir a dormir y realiza una serie de labores antes del descanso, los huertos de cerezos también deben cumplir ciertas condiciones para un correcto letargo invernal. La diferencia es que no pueden hacerlo por sí solos, por tanto finalizar los programas nutricionales foliares y de suelo y suspender el riego a tiempo, es fundamental para una adecuada entrada en dormancia.
A medida que pasan los días y el escenario comienza a cambiar en los huertos de cerezos, donde el verdor de la poscosecha es reemplazado por las hojas amarillas del otoño, muchas de ellas ya en suelo o a punto de caer, nos enfrentamos a una nueva etapa dentro del ciclo del desarrollo fenológico del cerezo: la dormancia.
Sin embargo, este letargo invernal de las plantas dependerá directamente de lo que ocurra en el huerto en postcosecha, de los manejos agronómicos y las señales que se entreguen a las plantas; el concepto de postcosecha no se refiere, particularmente, al momento después de haber finalizado la cosecha, sino a la postcosecha de los árboles, de un cambio fisiológico de las planta. La postcosecha fisiológica responde a algún estímulo ecológico y está comprendido, más o menos, entre 80 a 150 días después de plena flor (DDPF).
Es de suma relevancia preocuparse y ocuparse de la etapa de postcosecha, principalmente de su primera parte, y entender que tiene un inicio y un fin, aprovechándola para dar paso a una etapa previa a la dormancia, en donde tenemos que entregar alguna información a la planta en término de señales para que ésta entienda que va a dormir.
Ya en marzo, mes de transición entre la postcosecha y la entrada en dormancia, deben finalizar todos los programas de recuperación de huertos, desde el punto de vista nutricional, suelo y raíces. Además, deben terminar todas las correcciones foliares en respuesta a los análisis que fueron realizados al inicio de la etapa de postcosecha.
… Es hora de dormir
Se entiende como dormancia el letargo invernal de las plantas, en el cual se produce la acumulación de horas frío, que tienen directa relación con la utilización de las reservas que los árboles tienen para dar inicio a la siguiente temporada, en pro del objetivo productivo de lograr su potencial en términos de cantidad, calidad y condición de fruta.
El inicio de esta etapa puede definirse de varias maneras, por ello es esencial analizarlo, tanto desde el punto de vista fisiológico como teórico. Fisiológicamente el árbol inicia su estado de dormancia cuando logra alcanzar el 50% de su hoja caída (Fig. 1), en otoño, y tenemos que tratar de que coincida con el 1 de mayo, porque es ahí cuando se da inicio oficial al conteo de horas frío, que se extenderá entre los meses de mayo y julio.
Programación y manejo del riego hacia fines de temporada
Tal como lo adelantamos, una de las señales que debemos dar a las plantas en postcosecha para una correcta entrada en dormancia, tiene relación con el riego; se debe tener en consideración siempre, pero sobre todo en esta fase, que un riego eficiente no tiene que ver con la cantidad de agua suministrada en función del consumo, sino también con un concepto en conjunto que es la distribución de ésta; se debe poner especial atención no sólo en la cantidad de agua a reponer en cuanto a la demanda evapotranspirativa, sino también de dicha disminución desde el punto de vista volumétrico de suelo, de las raíces de los distintos portainjertos.
Como recomendación general de programación y manejo del riego hacia fines de temporada, éste debe finalizar al 31 de marzo, con el fin de generar una señal a la planta y dar inicio al proceso de lignificación de madera y de centros frutales, con lo que se asegura una planta aclimatada y “endurecida”, lo que le permitirá soportar de mejor forma las bajas temperaturas invernales. Para condiciones de suelos de menor retención de agua, como es el caso de los suelos arenosos y además con presencia de piedras, el riego se debe extender hasta el 10 de abril.
En este ámbito, hay una serie de aspectos que se deben considerar:
-La demanda atmosférica y el consumo de agua de la planta van en descenso hacia fines del mes de febrero.
-La demanda se expresa en evapotranspiración y no en temperatura ambiental, por lo cual altas temperaturas en marzo o abril no son comparables a las del periodo estival, pues sólo duran un par de horas.
-A partir de marzo las noches y mañanas son más frías y húmedas, lo que se debe considerar para la disminución de la frecuencia de riego hacia el mes de marzo.
– El cambio en la frecuencia de riego (no el tiempo), en condiciones normales, debiera
disminuir entre un 30% y 50% de lo establecido en verano hacia la tercera semana de marzo.
La pregunta que siempre nos hacemos respecto del manejo y reprogramación de riesgo es: ¿Se puede volver a regar? Y la respuesta es sí, pero en situaciones especiales, por ejemplo ante un inicio de otoño y entrada de invierno muy seco, pero nunca de reconocer dormancia fisiológica, representado como al menos un 50% de hoja caída (hoja amarilla = hoja caída).
Señales ecológicas
La primera señal importante que declara la dormancia es el cambio de estación; el solsticio de verano que normalmente se produce entre el 20-22 de diciembre marca un momento muy importante en el inicio de los procesos de lignificación y de pre-dormancia y eso en fisiología se define como “tolerancia al frío”.
Cuando hay un cambio en el fotoperiodo, los materiales anuales que crecen desde fines de septiembre y se desarrollan cerca de 70 días, ya tienen secciones basales lignificadas, ya es posible notar madera y eso es una clara señal del acortamiento del fotoperiodo e incide en inicio de la inducción de flores. Con el acortamiento del fotoperiodo la planta entra en un proceso de acumulación de reservas, cambio de flujo de savia y va al concepto de prepararse para dormir.
Otro evento ecológico que potencia y asegura la dormancia es la primera helada de otoño, y ese concepto en fisiología de plantas frutales se llama “resistencia al congelamiento”, es decir, ya hay desarrollo de madera, de crecimiento secundario; esto es gatillante para que la planta bote las hojas, entre en una situación de otoño potente y se vaya a dormir voluntariamente.
¿Qué es lo que deberíamos ver en las plantas de cerezos previo a la entrada en dormancia? centros frutales con dardos muy bien formados, con sus brácteas bien lisas, todavía con presencia de hojas, pues se debe considerar que las yemas siempre son axilares a hojas. Además, idealmente al 1 de mayo, el 50 por ciento de hoja caída, considerando que hoja amarilla es igual a hoja caída.
La preocupación de que las plantas entren en el periodo de dormancia en esta fecha radica, principalmente, en asegurar que todas las estructuras de éstas estén muy aclimatadas y lignificadas para soportar el invierno y no haya desajustes desde el punto de vista de pérdida de potencial y tampoco fitosanitarios. Por otra parte, porque dichos procesos de la planta en esa época necesitan un cambio deswitch, porque si ésta entra en un ciclo más vegetativo permanente, el equilibrio o la dinámica de recuperación de reservas es negativo; lo que la planta puede producir de carbohidratos en esa fecha es mucho más bajo que la tasa de consumo de carbohidratos, por lo tanto el diferencial lo está sacando de las mismas reservas que se obtuvieron en postcosecha.
Si la entrada en dormancia de las plantas coincide con el 1 de mayo, esto permitirá aprovechar muy bien el letargo invernal, considerando el mes de junio como el más importante en términos de acumulación de horas frío. Sin embargo, se debe tener presente que una buena dormancia no sólo está determinada por la acumulación de frío, sino también por cuán corto es el fotoperiodo, es decir cuánta luz se tiene.
Tal como hemos señalado, para una correcta entrada en dormancia es necesario aprovechar enero y febrero para hacer toda la recuperación nutricional, tanto foliar como suelo y pensar en suprimir los programas nutricionales a principio de marzo, pues seguir aportando los nutrientes vía suelo o foliar no permite darle una señal clara a la planta de que pronto deberá irse a dormir. Además, se debe considerar marzo como el mes de transición desde el punto de vista de riego, finalizando esta labor.
Pero, ¿qué hacer si con estas dos estrategias no tenemos respuesta? Si al 20 de abril, considerando un período de gracia, nuestros huertos no presentan un 10-20 % de hoja amarilla, se deben tomar decisiones de cómo acelerar este proceso.
Opción 1: Señal Natural
Una señal natural es el uso de Etileno como promotor de Ácido Abscísico que, a su vez, promueve la caída de hojas. Debe aplicarse temprano en la temporada, a mediados de marzo, sin embargo se debe considerar que generará algo de retraso en la floración, lo que puede ser beneficioso o no, dependiendo de las características de la variedad, la zona y el objetivo comercial.
Por otra parte, es necesario tener presente que una planta sometida a estrés biótico o abiótico genera Etileno, por lo tanto es una acción que debe tener consideraciones básicas; en huertos que no estén en óptimas condiciones fitosanitarias, realizar aplicaciones indiscriminadas de Etileno para promover la aclimatación y caída de hojas.
Es interesante que siga en estudio esta técnica para poder afinarla y ajustarla a un uso de forma correcta.
Opción 2: Aclimatación
Hace algunos años apareció el Molibdeno desde el punto de vista nutricional como un buen aclimatador; en su naturaleza nutricional es parte de los procesos metabólicos del nitrógeno, lo que permite generar respuestas en disminución en la tasa de desarrollo en primavera y de aclimatación en otoño o entrada en invierno. El objetivo del Molibdeno es endurecer madera y aclimatar y va a responder a un programa de aplicaciones sucesivo, tres o cuatro aplicaciones cada 7 días, desde mediados o finales de marzo en adelante, para que ya en la segunda quincena de abril tenga un efecto claro en las plantas.
Opción 3: Intoxicación (Sulfato Zn 2% + Urea 2%)
Es una medida que se debe considerar como última estrategia, no se puede tomar antes del 15 al 20 de abril; es una opción de gran ayuda y de rápida respuesta de caída de hojas. Ésta se produce mediante la intoxicación a través del Sulfato que generará el envenenamiento de la hoja, pero no la botará, sin embargo al mezclarse con urea al 2% se acelerará el proceso de descomposición de la hoja, lo que generará finalmente su caída.
Si se han finalizado las fertilizaciones en febrero y el riego en marzo, esta tercera opción tiene un muy buen efecto; ahora bien, en huertos muy vigorosos podría repetirse la aplicación para un óptimo resultado.
En conclusión, los problemas de aclimatación de las plantas para su entrada en dormancia pueden acarrear una serie de consecuencias negativas, entre ellas daños de primordios; según hemos podido constatar en trabajos desarrollados por el equipo I+D de Avium, el 90% de los daños de primordios están expresados al primero de julio, es decir no están relacionados a heladas en ciertos estados fenológicos, como yema hinchada, por ejemplo, sino más bien con la aclimatación. Esto, por su parte, genera pérdida de potencial y puede desencadenar un círculo vicioso de problemas fitosanitarios permanentes.
La hora del letargo invernal está cerca y nuestras plantas deben contar con la totalidad de señales para aclimatarse, prepararse para soportar las bajas temperaturas invernales y entrar en una correcta dormancia que les permita acumular la cantidad óptima de horas frío, a la espera del beso primaveral que las despertará para una nueva temporada productiva.