- Durante los últimos años, el mes de abril ha presentado temperaturas más elevadas, similares al verano.
- La falta de horas frío en otoño hace que las plantas no comiencen su dormancia como corresponde.
Dado que la planta necesita prepararse para tener una adecuada lignificación de sus estructuras vegetativas y reproductivas luego de terminado el verano, es durante el otoño que comienza su primer período de dormancia. Sin embargo, en los últimos años se ha visto otoños más cálidos que afectan directamente la viabilidad de los dardos.
Finalizada la poscosecha, el mes de marzo y la primera quincena de abril se convierten en meses de transición, los cuales desde marzo se hace necesario proponer una programación del riego bastante más ajustada de lo que se venía haciendo en el verano. Hay que disminuir la frecuencia de los riegos, y probablemente no regar al 100% de la evaporación, para que en términos operativos se deje de regar la última semana de marzo, que va a ser probablemente la primera señal cultural que se le va a dar a la planta para que se aclimate y logre iniciar la caída de hojas de forma natural.
Si al 15 o al 20 de abril no se reconoce ningún esbozo de caída de hoja (siempre considerando que hoja caída es hoja amarilla) es importante promover la caída de hoja artificialmente. El método más común utilizado en Chile es la intoxicación que se aplica una mezcla de algún sulfato, como por ejemplo sulfato de zinc, más urea, ambos al 2%. Este proceso de promover la caída de hoja tiene consigo varios factores favorables, primero es obligar a que la planta entre en dormancia fisiológica y que esa dormancia fisiológica esté siempre cerca del 1 de mayo, ya que teóricamente es la fecha en que las plantas podrían comenzar su registro de acumulación de frío.
“La dormancia fisiológica se relaciona al 50% de la hoja caída, por lo tanto, una vez que la planta alcance este proceso, y esté en condiciones de acumular horas frío, lo ideal es que ocurra a partir del 1° de mayo, lo que también conlleva a otra consecuencia importante; primero las plantas al promover la caída de hoja probablemente dejaron de consumir las reservas que habían acumulado por la acción de su metabolismo vegetativo y además se preparan los centros frutales, como dardos y bases de ramillas, para que pasen un muy buen invierno con todo lo que significa protección de las yemas, brácteas bien formadas y bien cerradas, para que tengan menor sensibilidad a las heladas otoñales e invernales, y muchas veces que estén bien cubiertas para que puedan soportar la aplicación de rompedores de dormancia e incluso la aplicación de cobres que buscan prevenir las enfermedades bacteriales y fungosas.” señaló Carlos Tapia, Director Avium.
Dada esta situación, es que en el último tiempo se ha ido reconociendo que aplicaciones de molibdeno (Mo) vía foliar contribuye en dar una señal más nutricional desde el punto de vista de la aclimatación. Considerando que el Mo contribuye a la acción de una enzima (proteína) llamada nitrato reductasa encargada de regular el metabolismo del nitrógeno (N) dentro de la planta. La nitrato reductasa en su formación tiene Mo, por lo tanto, la acción de este nutriente foliar que se aplica exógenamente a las plantas contribuye en generar mayor actividad y va afectando detrimentalmente al metabolismo de N como una señal directa en términos fisiológicos para la aclimatación.
“El Mo se ha usado en los últimos años principalmente para la aclimatación y endurecimiento de la madera de árboles nuevos, sin embargo, se podría utilizar en huertos con mucho vigor y con mucha actividad vegetativa en la temporada, esto como complemento para cuando se modifica la oferta hídrica a finales de marzo con el objetivo de aclimatar la planta y lograr una caída de hojas más natural hacia principios de mayo”. agregó Tapia.
Referencias bibliográficas
- Carlos Tapia- Comunicación personal.