Diferentes sitios meteorológicos han anunciado para mediados de semana un leve sistema frontal que podría dejar poco más de 7mm de precipitaciones en la zona central del país; las lluvias, además, podrían regresar el viernes y permanecer hasta el domingo, pero con menor intensidad.
La lluvia casi siempre es bienvenida en los huertos de cerezos, más con la mega sequía que afecta a gran parte del país, sin embargo las precipitaciones en primavera pueden causar pérdida parcial o completa de la producción.
Cuando ocurren este tipo de fenómenos climáticos cerca de la madurez, acompañados de altas temperaturas, se produce un aumento de la presión interna de los frutos, lo que puede provocar microfracturas, posteriores partiduras e incluso pudriciones. Escenario similar puede darse con temperaturas ambientales altas o lloviznas. Pero, ¿por qué ocurre esto?
Según mencionan Carlos Tapia, Asesor especialista en producción de cerezas y Director Técnico de Avium, y Héctor García, Gerente General y Cofundador de Laboratorios Diagnofruit en el artículo “Análisis actual sobre el origen de las partiduras en cerezas y bases para su control”: “La partidura por efecto de la lluvia es el resultado de una excesiva absorción neta de agua. Este exceso aumenta el turgor de la pulpa, que luego se deforma y finalmente rompe la epidermis del fruto en el punto más débil. Esta idea, se adaptó desde un modelo supuesto en uvas a comienzos de los 70´s, denominado “hipótesis de la turgencia crítica”, y supone que la fruta está compuesta por pulpa en estado semifluido, que a su vez es mantenida bajo presión por una epidermis en constante tensión”.
Los especialistas señalan además que: “Varias observaciones empíricas y experimentales apoyan esta hipótesis, entre esas que la cereza posee dos tejidos que responden al modelo, pulpa y una piel gruesa. A su vez no existe evidencia de que el carozo o pepita tenga alguna responsabilidad en el desorden; ciertamente la piel de la cereza está bajo tensión y además es sabido que cambios en el riego pueden incrementar las partiduras. Mientras que las observaciones anteriores son consistentes con el modelo de turgencia crítica, es importante no perder de vista que una publicación reciente reportó baja presión de turgencia en cerezas maduras y, en particular, falta de respuesta de la turgencia a la absorción y transpiración de agua, todas evidencias que podrían hacer cuestionable el modelo crítico de turgencia postulado”.
Además existen otras hipótesis, por ejemplo la “de la cremallera” que si bien toma la hipótesis de turgencia como un piso para explicar por qué las cerezas se parten, pero concluye que el cracking sería un evento localizado. Se le conoce como hipótesis de la cremallera o cierre tipo zipper y fue acuñado en Alemania por el grupo de investigación del Dr. Moritz Knoche (Instituto de Sistemas de Producción Hortícola, de la Universidad Hannover).
Dicha hipótesis resulta bastante interesante, pues el modelo de cremallera es consistente con la mayor frecuencia de agrietamiento en la cavidad pedicelar y la región de la cicatriz estilar (partidura “medialunas”), en comparación con la región de la mejilla o la sutura. Bien lo detallan Tapia y García: “Las microfisuras resultan de un desajuste entre la expansión del área superficial y la deposición cuticular, similar situación observamos en uva de mesa cuando se abusa de reguladores de crecimiento. Estas zonas son sometidas a períodos prolongados de humedad superficial luego de una lluvia, agua depositada en la cavidad y “colgando” en la zona estilar“.
Pruebas sobre esto ya se han realizado y de hecho en julio de 2020 los mismos investigadores publicaron un interesante estudio. El ensayo consistió en, durante tres temporadas, someter a precipitación controlada fruta unida a la planta, frutos cosechados y puestos en mini-jaulas en distintas posiciones del árbol y, además, fruta en inmersión en agua desionizada.
“De esta formal diseño experimental permitió observar el comportamiento de fruta con flujo de agua desde la planta (fruta unida al árbol) y sin éste (fruta en inmersión y jaulas). Los distintos tratamientos presentaron diferentes resultados en términos de aparición de cracking en el tiempo y también en relación con la cantidad de agua absorbida para provocar el cracking. De esta forma, los frutos unidos al árbol se partieron lento y en baja frecuencia y además requirieron más agua para agrietarse, en relación con la fruta en inmersión; además, las partiduras se encontraron más comúnmente en la región de la cavidad del pedicelo y fueron notablemente menos comunes en la región de la cicatriz estilar. Al simular lluvia cayendo sobre fruta desprendida colgando en los árboles (en jaulas), la partidura fue aún más lento y requirió aún más agua para generarse. La fruta en inmersión absorbió más agua que la fruta unida al árbol bajo un régimen de precipitación controlada y esta última absorbió más que la fruta en jaulas sometidas al mismo régimen de precipitación, probablemente por el aporte del flujo floemático”, explican Carlos Tapia y Héctor García en el artículo antes mencionado.
Tras el ensayo y la evidencia que éste presento se lograron claras conclusiones respecto de por qué las cerezas se parten: “Analizando todo este comportamiento al mismo tiempo, se discute que la gran superficie humedecida en la fruta en inmersión es el componente que determina la alta sensibilidad a las partiduras, en el experimento de lluvia simulada, independiente si estaba unida al árbol o en jaula, solo el 18% de la superficie estaría en humedad constante y dicha humedad se concentra en la cavidad pedicelar y zona estilar por esto el resultado de menor frecuencia de la problemática. Seguidamente sería el flujo floemático que aporta al desarrollo de la partidura, pero con un muy menor impacto sobre el resultado final; en conclusión, todo lo descrito se explicaría a través de la hipótesis de la cremallera, donde la humedad localizada sería la responsable de las partiduras en campo y el flujo de agua a través del floema desde la planta aportaría, pero de forma muy secundaria“, detallaron Tapia y García respecto del reciente estudio.
¿Se pueden controlar las partiduras?
El uso de cobertores es sin duda lo más efectivo. No hay ningún método ni manejo que asegure la protección que proveen los cobertores contra lluvia. Su uso indiscriminado, sin los manejos y los materiales adecuados podría influir en la calidad y condición de fruta, pero con manejos acordes según los objetivos propuestos, no tan sólo puede prevenir de daño por lluvia, sino también podría mejorar características como calibre e incluso con nuevas tecnologías en el uso de plásticos, adelantar estados fenológicos.
Otra posibilidad que ofrece un buen resultado es remover agua desde la superficie del fruto inmediatamente después de la lluvia, claro considerando precipitaciones leves y no muy prolongadas en tiempo. Para ello existen dos alternativas:
-Turbo-nebulizadores sin carga, para generar chorros de viento y/o helicópteros usando el rotor a contracorriente.
Carlos Tapia, Asesor especialista en producción de cerezos, y Héctor García, Cofundador de Laboratorios Diagnofruit, entregaron detalles al respecto: “Probablemente, la facilidad de poseer acceso a maquinaria agrícola en un huerto es exageradamente mayor que poseer un helicóptero, por esto la primera alternativa es la más cercana a nuestra realidad; sin embargo, en términos de eficacia un tractor debe mover la maquina a no más de 0,9 m s-1 para que sea efectivo y seguro el tratamiento, en cambio los helicópteros tripulados pueden volar a velocidades de 2.3–4.5 m s-1, aumentando significativamente la superficie a controlar en una carrera contra el tiempo, antes que comience el proceso de apertura de nuestras “cremalleras” celulares. Hoy existe la posibilidad de utilizar helicópteros no tripulados, pero aún están en desarrollo para mejorar rendimiento“.
-Ceras y polímeros: “Es probable que este tipo de productos funcionen, pero está en nuestras manos que sean eficaces, para esto es necesario realizar aplicaciones sucesivas y bien controladas para lograr el objetivo; lo importante es que los productos sean aplicados sobre el fruto en forma homogénea por lo tanto se deben realizar pruebas en las zonas objetivo, cavidad pedicelar y zona estilar, que es donde debemos bajar el riesgo, ya que sabemos que la exposición prolongada a agua en estos sectores termina en una partidura“, advirtieron los especialistas.
Según explica Tapia y García, de las técnicas mas utilizadas por los productores para prevenir partiduras en Chile, todas ellas complementarias, se pueden mencionar:
-Utilización de películas hidrofóbicas (Biofilms): Con productos formulados especialmente para este trabajo, se ha visto en investigaciones en Chile un buen desempeño antes lluvias no muy intensas ni de gran duración.
“Implementados como un programa de aplicaciones desde inicio de pinta se ha logrado verificar que se pueden proteger hasta un 50% del total de partiduras comparadas con un tratamiento testigo. Sin embargo tras un evento de lluvias muy extensas, en donde queda en segundo plano la cantidad de precipitación caída, los resultados son más inciertos y menos consistentes”, explicaron.
-Utilización de Cloruro de Ca (CaCl2): Antes y durante la lluvia esta estrategia permite que el agua de lluvia se mantenga la mayor cantidad de tiempo fuera de los frutos por efecto de un equilibrio osmótico.
“Aplicaciones constantes y sucesivas antes y durante la lluvia en concentraciones de uso de 0-5%-1% han resultado favorables cuando se ha podido mantener una operación adecuada. La operación es complicada por ser de alta demanda de uso de maquinaria ya que se debiera aplicar con intervalos máximo de dos horas por el mismo lugar mientras precipita para soslayar el efecto lavado de las precipitaciones”, señalan Tapia y García.
-Secado: Idealmente con helicópteros y Blowers (sopladores), de forma eficiente y justo terminada la lluvia.
“El uso de helicópteros es de alto costo, pero se ha mostrado efectividad en la remoción de agua de los arboles previniendo partiduras, especialmente aquellas que se alojan en la zona pedicelar conocidas como medialuna”.
Es de suma relevancia que al menos 24 horas antes de un evento de precipitaciones el huerto haya recibido la debida aplicación de fungicidas. Siempre se deben revisar las tolerancias, considerando el poco tiempo que queda a la cosecha.
Se debe tener en cuenta que la sensibilidad a lluvia comienza a partir del estado color pajizo/inicio de pinta, por lo que es necesario prestar atención a los pronósticos de precipitaciones previo y durante dicho periodo, con el fin de poner en marcha las estrategias en cada situación en particular.