Tras analizar modelos predictivos, el investigador en agroclimatología de INIA Quilamapu, Raúl Orrego, advirtió que la baja de presión y la dirección de los vientos son prácticamente idénticos a la jornada del 26 de enero de 2017, que quedó registrada como récord de calor para Ñuble y Biobío, sobrepasando los 42 grados Celsius en algunas localidades. ¿Qué hacer para ayudar a los cultivos agrícolas?
Tras analizar diversos modelos de predicción meteorológica, el investigador y doctor en recursos naturales de INIA Quilamapu, Raúl Orrego, indicó que las mayores temperaturas esperadas para el viernes (4 de febrero) se deberían alcanzar en la zona de la precordillera y del valle central de la región de Ñuble, existiendo la posibilidad de que se superen los 40°C, acercándose o incluso superando los records en alguna zonas.
Orrego, manifestó que estos pronósticos se basan en modelos que siempre conllevan una cuota de incertidumbre, pero que es prudente tomar precauciones tendientes a aminorar los efectos de un golpe de calor. “Ello se traduce en mantener una muy buena hidratación”, enfatizó, lo que debe aplicarse tanto a las personas como las plantas, ya que ambos requieren del agua para enfrentar la deshidratación asociada a las altas temperaturas. “El agua es un excelente regulador térmico; a través de la transpiración nos refrescamos, pero necesitamos reponer el agua para seguir regulando la temperatura”, explicó, junto con destacar la importancia de mantenerse a la sombra.
Ñuble y Biobío
Desde que existen registros de las redes de estaciones meteorológicas de INIA (año 2009), el científico de INIA Quilamapu detalló que el día más cálido se registró el 26 de enero 2017, alcanzando valores por sobre los 40 °C. De hecho, indicó que durante esa jornada se alcanzaron 40.9 °C en Portezuelo, 40.2 en Yungay, 41.5 en Chillán, y 42.2 en Los Ángeles, mientras que hacia la costa se llegó a los 34.1 °C en Tomé.
Orrego resaltó que “lo interesante de apreciar es que el mismo patrón sinóptico de esa jornada de enero de 2017, se estaría repitiendo este viernes (3 de febrero)”. El experto en agroclimatología agregó que la presión atmosférica y la velocidad y dirección de los vientos (desde el este) están teniendo un patrón muy similar entre ambas fechas, destacando que la presión estimada para el viernes es de 1.006 hectopascales (hPa) en el entorno de Chillán, por debajo de lo normal para la época, que oscila en torno a los 1.013 hPa. “Esa baja presión genera un desplazamiento de las mases de aire desde el este, que provocan una compresión de la atmósfera y, por consiguiente, un incremento en la temperatura (…) afortunadamente, también debiera haber brisa, que ayudará a bajar la sensación térmica, aunque aumentará el requerimiento de agua”, explicó.
Acciones de prevención
Ante el inminente golpe de calor, y eventuales daños tanto en el fruto como en la planta, el ingeniero agrónomo destacó la necesidad de regar con anticipación, ya que el agua no solo sirve a la planta para su crecimiento, sino que también para refrigeración. Balbontín explicó que, si la planta no tiene agua durante periodos de intenso calor, cierra sus estomas (aberturas microscópicas en las hojas), lo que provoca un incremento de la temperatura. “Eso va a llevar a que la planta se queme internamente y se produzcan daños por quemadura de sol, lo que tiene incidencia en la planta, en la producción y en la fruta”. Agregó que: “las plantas sufren de igual modo, ya que destinan esta parte del verano para reunir reservas para la próxima temporada. Lo que tiene que hacer el productor, es regar”, enfatizó, indicando la necesidad de que la planta enfrente el momento de mayor calor, con agua. “Como la temperatura más alta se alcanza en la tarde, debiera regarse en la mañana, para que la planta tenga agua y así disminuir la temperatura y pasar de mejor manera el estrés”, culminó.