“A partir de la segunda quincena de junio se produjo una especie de aceleración de la acumulación de frío, con días en que se acumuló prácticamente las 24 horas del día y terminamos con una muy buena acumulación de frío, de muy buena calidad.”
El pasado 31 de julio finalizó oficialmente el período de acumulación de horas frío para los huertos de cerezo, una factor de suma relevancia en el ciclo productivo de las especies de hoja caduca. Cantidad, calidad, calibre y condición de la fruta dependen en gran medida de este importante proceso, que comienza con el inicio de la dormancia fisiológica, reconocido como el 50 por ciento de hoja caída (hoja amarilla = hoja caída), y que ocurre generalmente los primeros días de mayo.
Cada variedad tiene un requerimiento diferente de cantidad de horas frío, sin embargo su cumplimiento es crucial, pues está directamente relacionado con el uso de reservas que tienen las plantas para iniciar la siguiente temporada.
Por segundo año consecutivo, el equipo técnico de Avium realizó un detallado seguimiento e informe de la evolución y comparativa de la acumulación de horas frío, temporada 2021-22, basado en el modelo clásico, es decir bajo 7,2ºC; los datos arrojados permiten realizar un positivo balance de este importante indicador para los huertos de cerezos.
“Si analizamos la dinámica de la acumulación de frío de esta temporada, podemos decir que en la primera parte tuvimos una acumulación deficiente, bastante bajo del promedio de los últimos 10 años dependiendo de la zona, y nos quedamos un poco preocupados hasta el 10 -15 de junio con respecto a la dinámica de la acumulación. Sin embargo, a partir de la segunda quincena de junio se produjo una especie de aceleración de la acumulación de frío, con días en que se acumuló prácticamente las 24 horas del día y terminamos con una muy buena acumulación de frío, de muy buena calidad, concentrado entre el 15 de junio y el 10 de julio, que es el frío que se acumula en la parte central de la dormancia”, explicó el Director Técnico de Avium y Asesor especialista en producción de cerezos, Carlos Tapia.
Las horas acumuladas durante dicho periodo de la dormancia, denominado endodormancia, que es el letargo pleno de las plantas, es el más importante. En un escenario ideal, entre el 1 y el 30 de junio, debería haber una acumulación de al menos 250 horas de frío, cantidad alcanzada en los años de buen potencial productivo de los huertos de cerezos.
“Esta temporada se reconoce y se concluye que en ese periodo se acumuló una buena cantidad de frío, terminando en muchísimas zonas de Chile por sobre el promedio de las últimas 8 o 10 temporadas, sin ser el mejor año de acumulación de frío, pero en general, si miramos las curvas de acumulación, se terminó con un buen número. Esto significa que dentro del “check-list” de factores que influyen en el potencial productivo del cerezo, tenemos un “check” en términos de acumulación de frío y las plantas van a salir de dormancia con una buena base, en donde se debieran expresar de buena forma las reservas que tienen acumuladas en los meses de verano”, indicó Tapia en su balance de la acumulación de horas frío, 2021-22.
El especialista en producción de cerezos y Máster en Ciencias en fisiología frutal, se refirió además al potencial productivo de la reciente temporada, indicador que hay que tener presente: “Hay que considerar que los huertos en general vienen de un año de alta producción (denominado año “on”), por lo tanto tenemos que reconocer que probablemente hay un desgaste de la planta en comparación con la temporada anterior y podría ser un año de menos cuaja o de menor potencial de producción, que no necesariamente es una mala noticia, porque eso va a mejorar la calidad y condición de la fruta”.
Si bien la primera meta de la temporada entrante está cumplida, con una acumulación de horas frío suficiente e incluso superior a las últimas 8 o 10 temporadas en algunos sectores del país, la carrera recién comienza: “La acumulación de frío es un factor del potencial productivo, pero también hay otros factores que también influyen, como son las temperaturas post dormancia, las temperaturas en inicio de primavera para todos los procesos fisiológicos de floración, polinización, fecundación y cuaja, y posterior a eso el desarrollo del fruto, ausencia o presencia de heladas en primavera que pueden hacer disminuir el potencial por posibles daños, del vuelo de las abejas y de la viabilidad de las flores para ser fecundadas, pero también la ausencia o presencia de lluvias en un año como este, creo que es más beneficio que amenaza porque necesitamos hidratar los suelos, para que la plantas puedan expresar de mejor forma sus reservas y eso imponerlo al potencial”, concluyó Tapia.